Dios es
fuente de todas nuestras necesidades diarias
Salmos 37:25
“Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia
que mendigue pan”.
Santiago
1:17 “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de
las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”.
Todo lo que
es bueno y perfecto es un regalo de Dios. Su Palabra dice que: “Él nunca
cambia, ni varía como una sombra en movimiento”. Qué seguridad más grande nos
da entender que es nuestro Dios inmutable, que nos ha traído hasta donde hemos
llegado, que nos ha provisto de oportunidades, nos ha dado capacidades, un
trabajo y la habilidad para resolver los problemas. Esta seguridad derrumba
todo orgullo que nos lleve a pensar que todo lo hemos logrado por nosotros
mismos.
El Salmo
145:16 nos dice: “Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente”.
Aunque muchos no lo reconozcan, Dios está detrás de toda bendición que tenemos.
Dios tiene todo el poder, sólo debe abrir su mano para proveernos lo que
necesitamos. La pregunta es entonces: ¿Por qué hay tantos que sufren hambre?
Primero por
el pecado y egoísmo humano que se ha olvidado de sus semejantes y ha abierto
brechas muy grandes de desigualdad generando cada día más pobreza. Otros porque
ignoran a ese Dios proveedor que puede suplir sus necesidades, lo han olvidado
y tratan de llevar su vida por sí solos. Necesitamos de la intervención de Dios
en nuestras vidas porque fuimos diseñados para depender de Él.
Dios está
preparado para oír las oraciones, está presente en todo lugar, está cerca de
los que lo invocan para ayudarles en tiempo de necesidad. Como dice el Salmo
145:18 “Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le
invocan de veras”. Está cerca para que tengamos lo que pedimos, para que
hallemos lo que buscamos, si lo hacemos sinceramente. Nos muestra su gracia y
misericordia al suplirnos y sostenernos.
No nos
olvidemos entonces de buscarlo, recordemos que su grandeza es inescrutable, que
Él lleva a cabo grandes obras a través de las generaciones, que Él es justo,
clemente con los que se acercan de corazón. Que hace llover sobre justos e
injustos porque es lento para la ira y grande en misericordia.
Su
bendición, complacencia, amor sustentador y fidelidad divina se pueden
experimentar cuando vivimos justamente como dice el Salmo 37:25 “Joven fui, y
he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue
pan” Oración inicial
«Padre
reconozco que eres mi proveedor, dame el pan de cada día, sé que todo lo que
tengo te lo debo a ti, me brindas sin reservas tu provisión para cada día,
gracias por sostenerme aún en tiempos de necesidad, por darme capacidades y
habilidades para trabajar y generar recursos, tu promesa se ha cumplido y
cuando miro atrás, he visto tu bondad en medio de las circunstancias difíciles.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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