Mediadores de paz
“Y cuando
Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su
rostro delante de David, se inclinó a tierra; y se echó a sus pies, y dijo:
Señor mío, sobre mí sea el pecado; más te ruego que permitas que tu sierva
hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva. No haga caso ahora mi
señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él
se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los
jóvenes que tú enviaste. Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma,
que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia
mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra
mi señor. Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a
los hombres que siguen a mi señor. Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta
ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor
pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días”. 1
Samuel 25: 23-28
En este
relato bíblico, vemos a una valerosa mujer que se levanta, sin perder tiempo,
para salvar a su pueblo de la imprudencia de su esposo Nabal que había ofendido
e insultado a David y este estaba dispuesto a pelear contra él, porque decía
que le había pagado mal por bien. Con su actitud pacificadora, Abigail impidió
la guerra.
Abigail
sabía que, si no hacía algo la vida de su marido y de todos sus sirvientes
estaría en peligro, por eso toma la decisión de salir al encuentro del
injuriado para tratar de pacificarlo. La misión es difícil porque las cosas
podrían salir al revés, moralmente tiene que pedir perdón y a la vez no dejar
mal a su marido. David no sólo es cautivado por la belleza de Abigail, sino por
su sabiduría, su poder de persuasión y su oratoria.
Abigail usa
su destreza retórica para no ser desleal a su cónyuge y al mismo tiempo para no
justificar la afrenta que le hizo a David, diciendo estas palabras: “Lo hizo
porque: es así y no hay que tomarlo muy en cuenta, Nabal no es un hombre
completamente normal». Esto dice mucho de las palabras que usamos cuando hay un
conflicto que nos afecta, podemos atizar el fuego de la discusión o apaciguarlo
con palabras de sabiduría. Como dice Proverbios 15:1 “La blanda respuesta quita
la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”. Esta mujer cubrió los
pecados de su esposo demostrando amor por sus semejantes.
En Mateo 5:9
dice: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de
Dios”. Dios nos ha puesto como pacificadores para apaciguar el fuego del
enemigo, nos ha dado sabiduría para usar las palabras adecuadas para intervenir
con amor y paz en medio de los conflictos y darle a conocer con nuestra
actitud. Oración.
«Señor
Jesús, sé que el amor cubre multitud de faltas. Por eso enséñame a ser sabio
para hablar, especialmente en los momentos de dificultad, con mansedumbre y
humildad, reconociendo mis errores para poder traer paz en medio de los conflictos
cotidianos. Amoroso Dios, haz que mis palabras y acciones te honren y
glorifiquen. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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