SACERDOTES DEL DIOS ALTÍSIMO
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que
os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 1 Pedro 2:9
quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a
nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en
Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 2 Timoteo 1:9
Los sacerdotes en el antiguo testamento presentaban ofrendas
por el pecado a través del sacrificio de corderos, en representación o modelo
de lo que había de venir, es decir Cristo mismo, el cordero de Dios que quita
el pecado del mundo. (hebreos 8:5).
Cristo, como sumo sacerdote, se presentó una sola vez y para
siempre por nuestros pecados, esto lo podemos aprender detalladamente en el
libro de hebreos (hebreos 9:24-28), y estableció un nuevo pacto a través de su
sangre, como mediador, para que nosotros por la fe en Él seamos también
partícipes de este pacto eterno. Por esto, el Espíritu Santo hablando por
Pedro, nos dice que somos sacerdotes porque fuimos apartados por Dios,
comprados con la sangre preciosa de Cristo, consagrados para anunciar a Cristo.
es decir, todos los que hemos creído somos sacerdotes, no es
un llamado para unos pocos sino de todo el pueblo de Dios, pero entonces, si no
se hacen sacrificios rituales ¿qué hace un sacerdote según el Nuevo Testamento?
Este presenta continuamente alabanza y adoración al Señor,
(hebreos 13:15), dedica su propia vida como sacrificio santo; anuncia a Cristo
a través de su propia vida, porque Cristo habita en él; instruye en la Palabra
para edificar espiritualmente a otros (Colosenses 3:16). Por lo tanto, estas
funciones son propias de todo creyente, y las ejercemos en nuestra familia, en
nuestra comunidad y en nuestra congregación.
Nuestra responsabilidad como creyentes no es tomar el lugar
de Cristo sino servirle, anunciarlo y vivir para Él.
En Apocalipsis, un pasaje resume contundentemente esta
verdad de lo que somos ahora, si hemos creído en Cristo: “y de Jesucristo el
testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la
tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos
hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los
siglos de los siglos. Amén.” (Apocalipsis 1:5-6). Oración.
Gracias mi Señor Jesús, mi salvador. Me amaste y moriste en
la cruz por mis pecados, para hacer de mí una persona nueva para tu servicio y
gloria. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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