LA RAZÓN DE LA EXISTENCIA
Señor, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se
enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí.
En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de
su madre; como un niño destetado está mi alma. Salmo 131:1-2
Buscamos grandes cosas para nosotros, riquezas, bienes
materiales, luchamos por ellos con nuestra fuerza y talentos, pues hemos puesto
como objetivo de vida “tener” en vez de “ser”. Pero este “ser” no se trata de
profesión sino de la esencia del ser, de aquello que nos define. ¿Si te
preguntas quién eres, realmente sabemos quiénes somos y por qué existimos en
esta tierra?
Quien somos define nuestra vida, lo que pensamos y hacemos, nuestra
meta.
La noticia que nos dice el evangelio es que descubrimos
quienes somos no cuando miramos dentro de nosotros mismos, como lo dictan
teorías de la nueva era, sino cuando miramos a Cristo (Hebreos 12:2), cuando
fijamos nuestra atención en aquel que nos amó y nos rescató de nuestra vana
manera de vivir, una vida sin sentido, donde éramos esclavos de nuestros
sentidos, esclavos del mal y el pecado, pero Dios no pagó con oro y plata, que
son cosas que no duran; al contrario, pagó con la sangre preciosa de Cristo (1
Pedro 1:18-19),
Por lo tanto, debemos dejar de buscar las cosas de este
mundo y no escuchar más su ruido que nos distrae de la verdad, sino confiar en
Dios como niños, ir a los brazos de Cristo, pues cuando escuchamos sus
Palabras, cuando lo encontramos a Él nos encontramos a nosotros mismos y
hallamos la razón de nuestra existencia. Oración.
Padre, quiero hoy ser participante del llamamiento celestial
por medio de Cristo, encontrar mi verdadera profesión, la que viene de la fe, y
hallar la razón de mi existir. Quiero a Cristo mismo habitando en mi corazón,
para agradarte y vivir para ti. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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