¡CUIDADO CON LO QUE DECIMOS!
Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los
hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Mateo 12:36
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de
angustias. Proverbios 21:23
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los
oyentes.", Efesios 4:29-30
Las palabras que decimos pueden edificar o derribar, pueden
alegrar o entristecer a los demás. Generalmente los conflictos inician con una
palabra mal dicha, o en el momento equivocado por la falta de dominio propio;
esto lo enseña la Biblia en Santiago 3:2-12: una sola palabra puede ocasionar
un gran problema.
Si es tan determinante lo que decimos, ¿cómo podemos
aprender a controlar nuestras palabras y que sean para edificar, no para
ofender?
La Palabra de Dios nos enseña que debemos poner suma
atención a lo que decimos para no pecar (Salmos 39:1). También que al meditar
en su Palabra y alinear nuestro pensamiento a sus principios, nos llenemos de
palabras de cordura y sabiduría (Salmos 19:14). Entonces, entre más guardamos
(obedecemos) su Palabra, más evitaremos caer en el pecado, como dice el Salmos
119:11: “En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.
Si al haber un hecho que demande una respuesta y nuestro
corazón está lleno de sabiduría por la Palabra de Dios, nuestra respuesta será
para edificación, pues el efecto directo de toda Palabra que sale de la boca de
Dios es una vida abundante, (Mateo 4:4).
Sigamos en consejo de los apóstoles cuando por el Espíritu
enseñaban a la iglesia a que: La palabra de Cristo more en abundancia en
vosotros”, dejando toda palabra corrompida, palabras deshonestas, evitando
profanas y vanas palabrerías, si no mejor, ofrezcamos siempre a Dios, por medio
de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su
nombre. (hebreos 13:15 y 2 Timoteo
2:16-17). Oración.
Señor, guía mis palabras, que sean para edificar y
construir, no para ofender ni para desanimar a mi prójimo, ayúdame a guardar
tus Palabras en mi corazón para no pecar contra ti. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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