CAMBIANDO AL MUNDO. El
maravilloso plan de Dios para su vida
Dios espera mucho de usted y de mí, y tiene pleno derecho a
hacerlo. En la actualidad el individuo promedio está más capacitado para
influir en otros que nunca antes; y eso es especialmente cierto de los
cristianos. Billy Graham ha expresado que preferiría vivir en esta época que
cuando Jesús estaba sobre la tierra. Estoy totalmente de acuerdo con él: el
creyente promedio de nuestro tiempo puede ejercer una mayor influencia en favor
de Dios que el de cualquier otra generación anterior. Vivimos en un momento
emocionante de nuestra historia. En la actualidad hay más creyentes vivos que
en ningún otro tiempo pasado. La iglesia de Cristo se ha extendido por muchas
más zonas del mundo, alaba a Dios cada semana en más idiomas, y testifica o
tiene contacto con más personas que nunca antes. Existen más obreros del
evangelio, más iglesias locales, más instituciones de preparación bíblica, más
organizaciones cristianas y más sociedades misioneras hoy día que en otros
momentos de la historia. A través de esos imponentes medios de comunicación que
son la radio, la televisión y la literatura, tenemos las oportunidades precisas
para acelerar la obra de Dios más de lo que hayamos conocido hasta ahora. Podemos llegar con
mayor rapidez a las naciones más distantes, presentar el evangelio en más
idiomas, y alistar y dirigir la oración por el mundo entero más eficazmente que
en el pasado. Si queremos, somos capaces de alcanzar a nuestro planeta. La
mayor necesidad que tenemos no es de hombres o de dinero, sino de oración. Sin
un aumento del número de obreros cristianos o del apoyo financiero de éstos,
podríamos ver multiplicados los resultados con sólo multiplicar la oración. El
mayor haber con que cuenta la iglesia es la oración. Orar es el medio más
efectivo que los cristianos de hoy tenemos a nuestro alcance para preparar el
camino del Señor. Usted mismo puede influir en más gente a favor de Dios y
desempeñar un papel más importante en el avance de la causa de Cristo por medio
de la oración que de ninguna otra manera. Naturalmente, no es lo único que debe
hacer, pero sí lo más importante que tiene en su mano. Con frecuencia se ha
dicho que el diablo tiembla cuando ve arrodillado al más débil de los hijos de
Dios; si esto es cierto, piense en lo que podría suceder si todos los
cristianos se tomaran en serio su papel de intercesores y comenzaran a orar con
regularidad, y de un modo específico, en todo el mundo, por las mismas
necesidades prioritarias. ¿Está usted dispuesto a formar parte de un ejército
de intercesores así?
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