El poder para mover montañas
En la Biblia a veces se habla de las montañas en sentido
figurado: como símbolo de fuerza y estabilidad; pero también es frecuente que
éstas representen dificultades, problemas e impedimentos. Así que, si hemos de
preparar el camino del Señor lo torcido debe enderezarse y los montes
allanarse; entonces se revelará la gloria divina (Isaías 40:3-5; Lucas 3:4-6).
Cuando el poderoso Espíritu de Dios actúa, montañas de otro modo inamovibles
resultan como nada delante de la fuerza del Señor (Zacarías 4:6, 7). El Espíritu
Santo, que es el único capaz de realizar esto, puede convertir los montes más
insuperables en caminos y calzadas para un rápido avance (Isaías 49:11). Jesús
utilizó esta ilustración del Antiguo Testamento en varias de sus enseñanzas.
Cuando los discípulos no pudieron echar. Fuer. al demonio del niño atormentado,
el Señor les dijo que SI tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza
podrían ordenar a "este monte" (símbolo de cualquier situación o
problema insuperable) y el mismo se movería. "Y nada os será imposible,
(Mateo 17:20), dijo luego; añadiendo de inmediato que aquella clase de
exhibición espectacular sería consecuencia de la oración y el ayuno (v. 21). En
otra ocasión, cuando los discípulos se asombraron del poder de Jesús para secar
la higuera estéril, Elles repitió que ellos no sólo podían hacer lo mismo, sino
que incluso tenían en su mano el ordenar a los montes que se echaran en el mar,
porque "todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis"
(Mateo 21:21, 22). Marcos refiere el mismo incidente y cita estas palabras de
Jesús: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24).
Dios espera que sus hijos se enfrenten a montañas de dificultad y las
muevan (vea capítulo 13), no que sean detenidos por ellas. Deben aceptarlas
como un desafío: ya sea para convertirlas en caminos para la mayor gloria de
Dios; o para echarlas en el mar, quitándolas completamente de la vista como si
nunca hubieran existido. Jesús nos asegura que esto es del todo posible cuando
sus hijos se enfrentan a los montes creyendo; pero también nos recuerda que
hacerlo puede requerir una oración y un ayuno prolongados. El Espíritu Santo
hará el milagro; éste no se realizará por nuestra fuerza o nuestro poder (Zacarías
4:6). En la actualidad hay cientos de montes que estorban el avance de las
misiones y de la Iglesia de Cristo porque estamos confiando casi por completo
en nuestra propia sabiduría, nuestra propia habilidad y nuestro propio
esfuerzo. ¡Hemos hecho casi todo menos entregarnos de veras a la oración y al
ayuno! La oración tiene un gran poder para mover montañas, debido a que el
Espíritu Santo está dispuesto tanto a estimular nuestra intercesión como a
quitar de en medio los montes que nos estorban. La oración posee la fuerza
necesaria para transformar las montañas en calzadas.
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