Facultad de bendecir
El Dios de la Biblia es un Dios que bendice: su Palabra está
llena de múltiples promesas de que El hará, y podemos tener la certeza de que,
excepto en casos en los cuales debe disciplinar o castigar, siempre es su
voluntad bendecir a la gente, y en especial a sus hijos que le obedecen.
"[Jesús] anduvo haciendo bienes" (Hechos 10:38), e igual que El
nosotros hemos de pasar por la vida bendiciendo a todo el que podamos. A
nosotros sus discípulos debe conocérsenos por nuestras buenas obras de bendición
para otros (Mateo 5:16; Efesios 2:10). Hemos de ser "ricos en buenas
obras" (l Timoteo 6:18), "enteramente preparado[s] para toda buena
obra" (2 Timoteo 3:17). La mejor manera en que los cristianos podemos ser
mediadores de bendición es orando. Tenemos la oportunidad de pedir por aquellos
con quienes nos es imposible entrar en contacto en ninguna otra forma. Desde
los líderes de nuestra nación y de nuestra iglesia, hasta los pobres, los
necesitados y los que sufren, todos pueden ser bendecidos por nuestra oración.
Para nuestra familia y amigos más próximos, a quienes vemos a menudo, y para aquellos
a quienes sólo tratamos una vez o de los que únicamente oímos hablar, tenemos
la posibilidad de ser bendición como agentes de Dios. La petición que tantas
veces oímos de: "Ore por mí" supone en realidad una súplica de
bendición y ayuda. Siendo cristiano, usted debería pasar por la vida
bendiciendo a los demás. Usted tiene la posibilidad de llevar adónde va ríos de
bendición, de renovación y de aliento con sólo saltear sus días de una
incesante oración por otros. Según se lo permitieran el tiempo y la
oportunidad, usted debería bendecir en toda forma posible a tantos como pudiera
(Gálatas 6:10). Su presencia tendría que traer bendición siempre; pero esto
será más cierto si está pidiendo fielmente a Dios que bendiga a todos aquellos
que le rodean. Usted puede encontrar oportunidades de llenar sus días de
oraciones de bendición si es cuidadoso. He decidido orar más y orar siempre;
orar en todo lugar donde la quietud invite a hacerlo -en casa, en el camino, en
la calle-; y no dejar vía o pasaje alguno en esta ciudad que no pueda dar
testimonio que no me he olvidado de Dios.... Cuando diviso cualquier iglesia en
mi camino, me propongo aprovechar para pedir que el Señor sea adorado allí en
espíritu y que las almas sean salvas en ese lugar. Pretendo pedir diariamente
por los enfermos que conozco especial mente para que conozcan a Cristo y Su
Palabra.
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