Asistencia angélica
Vivimos en una época que es escéptica respecto a lo
sobrenatural. Pocos cristianos piensan a menudo en la enseñanza bíblica
concerniente a los ángeles. Hebreos 1:14 nos asegura que éstos son
"espíritus ministradores enviados para servicio" de los hijos de Dios.
No sabemos de cuántas formas nos sirven los ángeles, pero la Biblia menciona
estas cuatro: Nos protegen del peligro. Lo hicieron con Jacob después de
aquella noche que pasó orando (Génesis 32:1); y también con Elías, otro hombre
de oración (2 Reyes 6:17). Nos libran. Los ángeles sacaron a Pedro de la cárcel
(Hechos 12:1-11); y a Pablo, un ángel le aseguró que él y todos los que iban a
bordo del barco serían librados (Hechos 27:23), y que la vida de ellos le
habían sido concedidas benévolamente al apóstol, indicando con ello que él
había orado al respecto. Nos traen mensajes de Dios. Existen muchos ejemplos
bíblicos de esto. Fueron ángeles quienes dieron el anuncio a los pastores
(Lucas 2:9-13), avisaron a las mujeres cuando Cristo resucitó (Mateo 28:2-7), y
llevaron el mensaje a Cornelio en respuesta a sus oraciones (Hechos 10:1-7).
También pueden traerle sugerencias a usted o a otra gente mediante los
pensamientos. Renuevan nuestras fuerzas físicas. Así lo hicieron con Cristo
después de su terrible prueba en el huerto de Getsemaní (Lucas 22:43).
Indudablemente, la asistencia angélica para con los hijos de Dios es
generalmente invisible, pero no por ello resulta menos real. Las biografías
cristianas citan muchos ejemplos de ayuda por parte de los ángeles, tanto
visible como invisible. Tenemos la promesa divina, y todo el derecho de
reclamarla, de que a sus siervos que ministran en lugares especialmente
peligrosos -tales como los barrios bajos de una ciudad o un campo misionero
volátil- se les asignará una guardia de ángeles. Tampoco deberíamos vacilar en pedirle
a Dios una protección angélica especial para nuestros seres queridos.
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