Superación de las leyes naturales
La oración puede pasar por encima de las "leyes de la
naturaleza", y producir respuestas milagrosas de Dios a las necesidades
desesperadas de los hombres. Si esto no fuera así, de nada valdría que orásemos
por muchas situaciones problemáticas. La intercesión se reduce a un mero jugar con
Dios, a tratar con ligereza la necesidad humana y a engañarnos a nosotros
mismos a menos que no existan límites para lo que el Señor puede realizar. ¡No!
¡Eso jamás! La oración es tan real como Dios mismo; no hay absolutamente nada
que el Señor no pueda hacer si sirve para avanzar su reino y está de acuerdo
con su voluntad. La oración libera el poder de Dios. Cristo es el Creador y
Preservador del universo (Juan 1:3; Colosenses 1:16, 17), y un Dios de planes,
regularidad y poder. A sus formas normales de actuar las llamarnos "leyes,
de la naturaleza". Él ha planeado y creado el universo de tal manera que
las leyes menores pueden ser sobrepasadas por las mayores. La ley de la
gravedad, por ejemplo, es susceptible de ser anulada temporalmente por la de la
fuerza: cuando lanzamos una pelota, la ley de la fuerza prescribe que dicha
pelota vuele suspendida en el aire hasta que la fuerza aplicada se termine,
momento en el cual la ley de la gravedad vuelve a tomar el control y la pelota
cae al suelo. Normalmente las leyes menores sirven a los propósitos de las mayores, armonizan con éstas y pueden ser
superadas por ellas. Aquellas leyes, por ejemplo, que controlan la materia son
susceptibles de verse sobrepasadas por esas otras de la biología y de la vida,
las cuales, a su vez, quizá sirvan a las de la psicología. Las leyes morales
superan a las físicas, y las espirituales a todas las demás. Dios es Espíritu y
está por encima de toda creación: tiene absoluta libertad, ya que es el
Creador, el Sustentador y el Gobernador de todo. El Señor es libre de pasar por
alto cualquiera de sus leyes, puesto que éstas no son sino una expresión de su
mente creadora, la forma en que El escoge operar normalmente en el mundo que El
mismo ha hecho. El "pasar por alto" una ley no "viola, o
destruye" dicha ley, sino que sólo la suspende temporalmente con vistas a
cumplir un objetivo mayor. Cuando Dios pasa por alto su manera habitual de
obrar (la "ley natural") mediante alguna expresión especial de su
voluntad, lo denominamos "milagro". Para el Señor, sin embargo, no se
trata sino de otra de sus obras; por eso Jesús hizo referencia a los milagros
como a "obras" (en griego erga; véase Juan 9:4; 10:25, 32, 38). La
oración resulta posible porque Dios es omnipotente, el Soberano de todas sus
obras, y tiene propósitos y planes eternos. El siempre pasará por encima de
cualquiera de sus formas normales de actuar a fin de cumplir sus propósitos
morales y espirituales y sus planes eternos. Así que la oración tiene en todo
momento la posibilidad de cooperar con el propósito eterno de Dios y de
asegurar su milagroso poder. El Señor no nos garantiza un milagro, pero siempre
está abierto a nuestra oración para que su voluntad prevalezca y Él sea glorificado.
La oración es la forma ordenada por Dios para que su poder milagroso actúe en
la necesidad humana.
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