Salmos 102. 1. Oración del que sufre, cuando está angustiado,
y delante de Jehová derrama su lamento. Jehová, escucha mi oración, Y llegue a ti
mi clamor.
2. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
Inclina a mí tu oído; Apresúrate a responderme el día que te invocare. V.1-11.Toda
la palabra de Dios es útil para dirigirnos en la oración; pero aquí, como a
menudo en otras partes, el Espíritu Santo ha puesto palabras en nuestra boca.
He aquí una oración puesta en manos del afligido; que ellos la presenten a
Dios. Hasta los hombres buenos pueden estar casi aplastados por las
aflicciones. Nuestro deber e interés es orar; consuelo es para un espíritu
afligido descargarse por la humilde presentación de sus penas. Debemos decir:
Bendito sea el nombre del Señor que da y quita. El salmista se miraba como
hombre moribundo: Mis días son como sombra que se va.
Salmos 102. 12. Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, Y
tu memoria de generación en generación. V.12-22. Somos criaturas moribundas,
pero Dios es Dios eterno, protector de su iglesia; podemos tener confianza que
no será descuidada. Cuando consideramos nuestra vileza, nuestras tinieblas y
muerte, y los múltiples defectos de nuestras oraciones, tenemos razón de temer
que no sean recibidas en el cielo; pero, aquí, se nos asegura lo contrario,
porque tenemos un Abogado junto al Padre, y estamos bajo la gracia, no bajo la
ley. La redención es el tema de la alabanza de la iglesia cristiana; y esa gran
obra se describe por medio de la liberación y restauración temporal de Israel.
Míranos Señor Jesús y llévanos a la libertad gloriosa de tus hijos para que
seamos bendecidos y alabemos tu nombre.
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