La adversidad significa
avance
Lea: Filipenses 1:12-15
Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han
sucedido, han contribuido más bien al progreso del evangelio. (Filipenses 1:12)
Pablo está en la cárcel en Roma, escribiéndoles a sus amigos
que están al otro lado del mar en la lejanía en Filipos. Manifiesta una
reacción que inevitablemente causa que el mundo se ponga en guardia y preste
atención. Comprendió que la adversidad significa avance. La manifestación de
este tipo de actitud es una prueba de la madurez cristiana. El cristiano que ha
conocido bien al Dios de lo imposible al que sirve, sabe que, aunque haya una
apariencia de derrota, Dios todavía es capaz de obrar. Tal cristiano ha
comenzado a crecer en el Señor. Reconoce que en Dios los obstáculos son
realmente oportunidades, y no hay nada que pueda realmente impedir el
evangelio. Esa es una declaración asombrosa cuando lo piensas. Nada que tiene
la intención de derrotar jamás trae derrota, que Dios obra a Su manera a pesar
de los obstáculos, y todos los obstáculos sirven al final para extender la fe
cristiana.
Esa es la gloriosa señal del cristianismo que lo ha hecho una
fuerza invencible a través de todos los siglos. Aquí está Pablo, bajo arresto,
encadenado día y noche a un soldado romano, incapaz de dejar la casa o la
ciudad de Roma. Imagínate lo que esto debió de representar al espíritu inquieto
y sobrecargado de este hombre. Dios lo había mandado bajo Su comisión que había
de llevarle hasta los finales de la tierra.
Debería de haber sido fácil para Pablo estar desalentado. No
cabe duda de que fue tentado muchas veces a tener pena de sí mismo y a
preguntarse por qué Dios permitiría que este tipo de cosa le ocurriera cuando
todo lo que estaba intentando hacer era cumplir la voluntad de Dios. ¿Alguna
vez te sientes así? Debió de ser fácil para él sentirse fastidiado bajo estas
circunstancias al pasar mes tras mes en esta situación y no parecer haber
cambio alguno. Pero al leer las cartas que vienen de él durante esos días, no
hay ni una sola palabra de queja. En lugar de eso hay un maravilloso espíritu
de victoria y una expresión de confianza. ¿Por qué? Cuando se sintió tentado,
sin duda recurrió en lo que sabía sobre su Dios. En otras palabras, frente a la
tentación a inquietarse y fastidiarse, creyó a Dios.
Anteriormente había escrito a estos mismos cristianos romanos
con quienes se estaba reuniendo ahora: “Todas las cosas los ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28b). ¡Él creyó
esto! Aunque la hora inmediata no trajera alivio, creyó en Él, y en esa
confianza podía ver que incluso aquellas cosas que parecían estar en contra de
él estaban ayudando los propósitos de Dios.
Padre, te pido que reconozca que la confianza no viene por
algún esfuerzo para convencerme a mí mismo ―algunos batallan por pensar de
forma positiva― pero desde una tranquilidad que descansa sobre un hecho que no
cambia: que Jesucristo vive Su vida en mí, y que Él es más que capaz de
enfrentarse a cualquier situación. Sea que yo mire a Él y aprenda a regocijarme
en Su victoria.
Aplicación a la vida
Los amigos de Pablo ansiosamente esperaban noticias de él,
pero el enfoque de las cartas del apóstol no era en su encarcelamiento pero en
el propósito invicto de Dios, que obra para cumplir Su voluntad en cada
circunstancia. ¿Estamos aprendiendo a confiar en los caminos y medios de Dios
para que otros sean animados por nuestra confianza en Él?
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