RAHAB: UN PASADO NEGRO PERO UN FINAL FELIZ
“Más Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su
padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta
hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a
Jericó.”
(Josué 6:25)
¡Quién diría que aquella prostituta de Jericó tendría una fe
tan profunda! Es que nuestra mente finita nunca alcanzará a entender la
magnitud de los propósitos de Dios. La fe de Rahab fue tal, que logró salvar su
propia vida y la de su familia. Pero antes de que eso sucediera tuvo que
ejercer la fe y dar pasos con convicción.
Ella había escuchado hablar del Dios al cual le servían los
israelitas. A sus oídos habían llegado los relatos e historias de los milagros,
proezas y maravillas de Jehová.
Pienso que como cualquier ser humano tenía necesidad de Dios.
Quizás soñaba y tenía la esperanza de que las cosas podrían cambiar y tener un
futuro diferente. Rahab se aferró y tuvo fe en que aquel Dios del cual había
escuchado hablar, podría tener misericordia de ella, salvarla de la muerte y
darle un presente totalmente diferente al que había tenido.
Así que se arriesgó, expuso su vida, traicionó a su pueblo
porque sabía que aquella tierra sería dada por Dios a Israel. Protegió a
aquellos espías, pero de manera inteligente pidió a cambio la vida de ella y su
familia. Los espías hicieron un pacto con ella y ella consiguió su salvación y
la de su familia.
En Josué 6:25 el escritor redacta que Rahab vivió entre los
israelitas. ¡Ella se unió al pueblo de Dios! Su fe en Dios le dio la salvación
y una vida tan nueva y diferente que en Mateo 1:5 cuando se nos habla de la
genealogía de Jesucristo aparece su nombre. Dice: “Salmón, padre de Booz, cuya
madre fue Rajab (Rahab)”. En otras palabras, el detalle resaltante de la gracia
de Dios es que Rahab, una extranjera que había sido prostituta en el pasado,
tuvo una vida nueva. Ella era la tatarabuela de David, ella fue una de las
predecesoras en la genealogía de Jesús, ¡el Salvador del mundo!
Aquella prostituta pudo tener una vida distinta gracias a su
fe en Dios. Pudo casarse, tener hijos, nietos, familia propia, hogar y amigos.
Su futuro brilló, su final fue feliz. Es que los que confían en Dios son como
el monte de Sion que no se mueve sino que permanece para siempre.
Tal vez tú pienses que tú pasado te detiene y te impide
alcanzar una vida nueva. Quizás te sientas avergonzado y piensas que en tu
presente y futuro nada bueno puede pasar. Pero hoy Dios trae a tu vida una
palabra de restauración y vida. Él como el gran Alfarero, puede hacer de tu
vida una vasija nueva. Ya no llores ni te lamentes por el pasado, mejor
concéntrate en el presente y vívelo de la mejor manera posible en Dios. Hoy es
un día perfecto para que venga tu salvación y la salvación solo proviene de
Dios.
Con Él a tu lado tu final será muy hermoso. Así que anímate
porque hoy Dios hace cosas nuevas en tu vida, borra todo lo malo que has hecho,
para que puedas escribir una página nueva, con una historia diferente, pero
linda.
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