Nehemías c.1
Acercándonos con la actitud correcta
Nehemías como muchos otros judíos anhelaba en su corazón
volver a su patria y verla restablecida. Buscaba a Dios en oración, fe y
obediencia y clamaba por su propia nación, la nación escogida, la que hallaba
el centro de su identidad en Su Dios, el poderoso, el único, el verdadero, el
eterno. Humillado por causa del pecado de su pueblo, clamaba pidiendo el perdón
y el restablecimiento del pacto de Dios con ellos. Esta es una actitud correcta
delante de Dios, humildad, arrepentimiento, clamor.
En Cristo Jesús esa misma actitud debemos tener con Dios. Las
naciones y las personas pueden acercarse al único Dios, pues Él es Dios de
todos y no hace acepción de personas y con todos es justo. Así como Nehemías
debemos acercarnos a Él con fe, obediencia, con sinceridad, con humildad, con
arrepentimiento.
La cristiandad de hoy escudándose en la muerte en la cruz de
Cristo quiere pasar esa condición por
alto. Supuestamente somos hijos de Dios mediante la fe y porque creemos,
tenemos derecho a Dios más que el original Israel y a ser tratados
como hijos sin tener en cuenta las condiciones para restablecer la relación
con Dios, humildad, arrepentimiento, abandono claro del pecado, oración,
gratitud, clamor. En esa enseñanza una simple oración con fe da la salvación y
nos hace buenos y limpios de pecado, cuando en realidad Dios espera de nosotros
la actitud correcta, de humillación, de gratitud y la disposición de obedecer
Su voluntad, Su Palabra de todo corazón, no una fe mental, no una fe emocional,
sino una fe obediente y confiada, bien dispuesta, clamorosa y agradecida.
Si con el original Israel Dios no tuvo miramientos y toda
transgresión fue castigada, mucho más ahora debemos tener una firme
responsabilidad y conciencia de restablecer la relación con Dios de raíz, con
la mente y el corazón dispuestos a obedecer Su ley, a creerle a Sus profetas y
a Sus mensajeros en la Torah, en los Profetas, en los Escritos y en los
términos del pacto renovado donde ahora Jesús es el líder, y el supervisor.
Lloremos y ayunemos como Nehemías, pues no merecíamos la
oportunidad de relacionarnos con Dios y en el Mesías ahora tenemos una cercanía
total y completa con el Altísimo sin restricciones. Su gracia y Su generosidad
no son cosas para pasar por alto ni para menospreciar. Por el contrario,
acerquémonos a Dios con manos santas:
1 Timoteo 2:8
Quiero, pues, que los
hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.
Manos que obran la voluntad de Dios.
Animémonos a volvernos a Dios, no con un corazón egoísta y
orgulloso, sino con un corazón humillado, avergonzado por su pecado, pero
agradecido por la obra redentora, mediante una actitud y disposición de
arrepentimiento y humildad. Avergoncémonos de los pecados clamando a Dios en el
Mesías y clamando por una nueva oportunidad de cambio.
Oración
Amado Padre, gracias por Tu misericordia y gracia, pues por
medio de ella nos has concedido la capacidad de volvernos a Ti como es debido.
Gracias por enviar a Jesús a restaurar todas las cosas. Te pedimos que nos
concedas la sabiduría, el entendimiento y el buen juicio para juzgar todas las
cosas, para considerar todo lo bueno y lo de buen nombre para seguirlo y
también para apartarnos con celo santo del agobiante pecado, del atractivo del
mundo y del asedio del adversario de nuestra salvación. Te pedimos con clamor y
lágrimas, llenos de gratitud porque Tu perdón llegue a nosotros acompañados de
la gracia necesaria para que estemos preparados y dispuestos para obedecer Tu
ley de todo corazón, con todo temor acatar Tus advertencias y deseosos y
agradecidos por lograr las condiciones para alcanzar Tus promesas. Perdona
nuestro pasado pecaminoso y nuestras actitudes equivocadas frente a Ti. Hoy
decidimos arrepentirnos con humildad y con honradez de corazón. Te hemos orado
en el nombre de Jesús, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario