Zacarías 4.5, 6
Satanás trata de engañarnos haciéndonos creer que la vida se
divide en dos partes: la secular, que está separada del Señor, y la espiritual.
Como hijos de Dios, somos seres espirituales, y cada esfera de nuestra vida
debe ser una expresión de esa relación divina. Ya se trate de trabajo, familia,
ministerio o actividades recreativas, todo lo que hacemos se conecta con el
propósito de Dios para nuestra vida, y debe ser agradable a Él.
El mundo quiere que creamos que podemos lograr mucho sin
Dios. La gente señalará los esfuerzos humanos, como nuestra educación,
destrezas y talentos, y nos asegurará que tenemos todo lo necesario para
triunfar sin Dios. Satanás quiere alejarnos de la confianza en el Señor;
nuestro enemigo quiere que pensemos que los éxitos anteriores significan que
podemos manejar las tareas futuras por nuestra cuenta. Pero la Biblia nos dice
lo contrario. Para hacer el trabajo de Dios a la manera de Él es necesario que
dependamos de su Espíritu, no de nosotros mismos o de los demás.
Si nos apoyamos en el poder y la sabiduría del Espíritu:
Estaremos plenamente convencidos de que sin la presencia
activa de Dios fracasaremos.
Buscaremos agradar a Dios solamente y no haremos concesiones.
Estaremos atentos a la actividad del Espíritu Santo.
Pasaremos más tiempo dando gracias y alabando a Dios.
Demostraremos gozo en vez de inquietud.
La vida de los hijos de Dios debe caracterizarse por la
confianza permanente en el Espíritu Santo. ¿Es esto una realidad en su vida?
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