Juan 4.3-18
Como vimos ayer, muchísimas personas tienen una vida vacía,
que es contraria al plan de Dios. El relato sobre la mujer samaritana en Juan 4
enseña cosas importantes en cuanto a una vida plena.
Para el Señor es importante que llenemos nuestro vacío. Los
judíos no pasaban por Samaria por el gran odio que tenían a sus habitantes.
Pero Jesús, siendo judío, decidió pasar por allí porque sabía que una mujer
samaritana que sufría estaba lista para escuchar acerca del amor de Dios.
Los intentos que hacemos para lograr la felicidad muchas
veces nos dejan sin esperanza. La mujer del pozo había estado casada cinco
veces, pero todos sus matrimonios habían fracasado. Sea que sus problemas
fueran o no por su culpa, no tenía el amor que había buscado.
El Señor conoce nuestro dolor. Cuando la mujer reconoció que
en esos momentos no tenía un esposo, Jesús le reveló que Él ya sabía que no
estaba casada con el hombre con el que vivía. Al demostrarle que conocía su
infelicidad y su anhelo de llenura, el Señor la ayudó a reconocer su necesidad
de un Salvador.
Jesús puede satisfacer nuestros anhelos. Después que la
samaritana entendió qué le estaba faltando, Jesús le dijo cómo tener una vida
de plenitud: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el
que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4.13, 14).
¿Se ha sentido usted alguna vez como la mujer samaritana,
disconforme con la vida, y con sed de amor y de gozo? Entregue su vida a Dios y
permita que su amor fluya a través de usted. Solo así tendrá vida abundante.
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