Hechos 1.9-14
El libro de los Hechos es un registro asombroso de cómo Dios
actuaba en y por medio de la iglesia primitiva; una de las actividades más
importantes de la iglesia era la oración. Mientras Jesús estuvo con sus
discípulos, poco se habla de la vida de oración que tenían, pues ellos podían
hablar directamente con Él. Pero después de la ascensión de Cristo, comenzaron
a reunirse de inmediato y “perseveraban unánimes en oración” (Hch 1.14).
Hablar con Dios era el medio que tenían los creyentes para
prepararse para el trabajo que Él tenía para ellos. Cristo les había dicho que
el Padre les daría el Espíritu Santo a quienes se lo pidieran (Lc 11.13).
Luego, después de su resurrección, les ordenó que permanecieran en Jerusalén
hasta que fueran “investidos de poder desde lo alto” (Lc 24.49). Sin el
Espíritu, no estarían preparados para la Gran Comisión, a pesar de que habían
pasado tiempo con Jesús. Y si ellos necesitaban el poder del Espíritu, nosotros
también.
En la medida que estemos dispuestos a reconocer nuestra absoluta
incapacidad para realizar la obra de Dios, el Espíritu Santo nos dará poder al
orar. Pues, cuando estamos dedicados a la oración, el Señor comienza a trabajar
en nuestro corazón, preparándonos para el servicio. Nos da la confianza del
Espíritu para anunciar la Palabra (Hch 4.31), y la valentía para enfrentar
cualquier persecución (Hch 4.29).
Dios desea que comprendamos la importancia de la oración, y
que nos demos cuenta de que la única manera de cumplir su llamado es mediante
el poder de Él. La iglesia no prospera por medio de programas, seminarios y
conferencias, sino mediante las humildes oraciones de los hijos de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario