Salmo 16.11
En público, la mayoría de las personas parecen felices y
confiadas. Pero, en el fondo, muchas se sienten vacías. En realidad, se puede
estar en medio de una gran multitud y sentirse solo.
Muchos no le ven ningún significado o propósito a la vida. Y
tratando de vencer el vacío, algunas personas trabajan y trabajan, otras se
vuelven a las drogas o el alcohol, y otras se empeñan en tener más dinero,
poder o sexo.
Hay una razón que explica la sensación de vacío en la vida:
Dios creó al hombre con un anhelo que solo Él puede satisfacer. La persona no
puede sentirse satisfecha hasta experimentar el amor transformador e
incondicional del Señor. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia” (Jn 10.10). Es decir, Dios desea que nos sintamos
completos; lo cual solo se logra por medio de una relación con Él.
No obstante, una persona salva puede sentirse vacía. A veces
es el resultado de la desobediencia; un ligero desvío en nuestro caminar con el
Señor puede convertirse después en un estilo de vida. También es posible que un
cristiano viva conforme a la Palabra de Dios, pero no haya rendido totalmente
sus deseos a Dios. Por ejemplo, muchos cristianos tratan de llenar su vacío con
riquezas, éxitos o relaciones. Pero cuando a esos deseos se les da mayor
prioridad que al Señor, se convierten en una forma de idolatría.
Solamente cuando buscamos a Dios por encima de todo lo demás,
podemos vivir en plenitud. Ore pidiendo que Él le dé su dirección para
escudriñar su corazón. Confiésele cualquier pecado o idolatría, y pídale que
llene su vida como solo Él puede hacerlo.
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