Mateo 6.19-21
Nuestra manera de ver el tesoro que tenemos es una revelación
personal de quiénes somos. La pregunta es: ¿Dónde está nuestro corazón?
No importa cómo hayamos adquirido las cosas que tenemos, ya
sea trabajando, invirtiendo o ahorrando, la realidad es que el Señor es el
dueño de todo, y nosotros somos simplemente administradores. Si tenemos una
actitud de “mi tesoro es mío”, podemos descubrir, en realidad, que lo que
tenemos es mucho menos satisfactorio de lo que esperábamos.
He aquí una mejor perspectiva en cuanto a las posesiones y la
abundancia económica: veamos estas cosas como un medio para responder ante las
necesidades de otros, y una manera de servir a Dios e impulsar su reino (Ef
4.28; Mal 3.10). Cuando damos a los necesitados o para el trabajo del reino,
estamos transfiriendo de inmediato nuestro tesoro de la Tierra al cielo.
Las bendiciones tangibles del Señor también pueden usarse
apropiadamente para ayudarnos a alcanzar los objetivos dados por Dios, que han
sido establecidos por medio de la oración. Por ejemplo, si el Señor le ha
bendecido económicamente, y le ha mostrado que Él desea que usted use su
talento musical para servirle, entonces puede ser conveniente que compre un
instrumento musical. Cuando andamos en la voluntad de Dios y llevamos nuestras
peticiones a Él, aun los anhelos de nuestro corazón se convierten en buenas
maneras de usar nuestro tesoro, porque nuestras preferencias estarán alineadas
con los deseos de Dios para nosotros.
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