Hebreos 11:20
Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que
les esperaba en el futuro.
La historia de Jacob y Esaú es perfecta para una novela. Hay
engaños. Hay pleitos. Hay éxitos. Hay discusiones. Honestamente es un ejemplo
perfecto de nuestro día a día. Sin embargo, el pasaje de hoy exalta a Isaac por
una razón en específico: bendijo a sus hijos previendo lo que vendría. La
bendición era encomendar a Jehová. En otras palabras, uno dejaba de preocuparse
y entregaba el “batón” a los hijos dejando que Dios se encargara de ellos.
Curiosamente, en esta bendición hay un engaño. La esposa de Isaac le dice a su
hijo Jacob que engañe a su padre haciéndose pasar por Esaú. ¡Qué esposa la de
Isaac! Podríamos pensar. Sin embargo, en lugar de criticar y señalar, es mejor
abrir el corazón y ser honestos con lo que nosotros también hacemos. Todos
estos ejemplos nos sirven para identificarnos y buscar la misericordia de Dios.
Jacob pudo haberse negado a lo que su madre le estaba proponiendo, sin embargo,
le atrajo la idea de tomar la bendición. Ya había comprado la primogenitura a
su hermano así que la bendición no le caería mal. Por otro lado, Esaú se llena
de enojo y busca vengarse asesinando a su hermano en cuanto su padre muriera.
Esto provoca que su madre le avise a Jacob y le pida que se vaya para no ser
asesinado. ¿Cómo es posible que haya tanto conflicto en personajes bíblicos?
¿Por qué hay tan mal testimonio? Recuerda que la exaltación de Isaac es sobre
su fe y no sobre el comportamiento de su familia. Nosotros juzgamos y exigimos
ejemplos perfectos. Queremos que los pastores no cometan ni un solo error. Que
los hermanos nunca cometan ninguna falta. ¿Qué clase de evangelio es este que
demandamos? ¿Acaso no vino Jesús a enseñarnos sobre la gracia y la
misericordia? Pues entonces aprendamos a vivir así. La biblia nos da hoy un
ejemplo de gente que luchaba entre su vida carnal y espiritual. Así como tú y
yo. A veces tenían éxito y a veces fracasaban. Sin embargo, la vida espiritual
no se resume a una oportunidad sino que es un trabajo permanente. Tus errores
de ayer no tienes que estarlos arrastrando hoy día. ¡Dios ya los perdonó! Él no
los está recordando ni tampoco te los está reprochando. Puede ser que estés
viviendo las consecuencias de esos errores pero esto no quiere decir que Dios
te está castigando. Medita en esto. Piensa en tu actitud hacia tu perfección
espiritual. Piensa en tu actitud hacia los demás. Analiza tu fe. ¿Estás dejando
que lo que te pasa o sucede a tu alrededor apague tu fe? No te desanimes.
Aprende de tus errores. Pide perdón. Y levántate sabiendo que Dios está
contigo. Corrige tus pasos. Toma tus precauciones para no caer en lo mismo. Y
finalmente pide a Dios constantemente que aprendas a vivir en su gracia.
Recuerda esto: los ejemplos que estamos aprendiendo en hebreos, son ejemplos de
fe y no necesariamente de una vida perfecta. Trabaja en tu fe y transforma tus
actos como consecuencia.
Oración
Padre: te doy gracias porque me amas y tu gracia me llena.
Te pido perdón por mis pecados y por mi falta de entrega. Te pido que pueda
crecer espiritualmente y mi fe sea como la de Isaac o Abraham. Toma mi vida y
transfórmala mi Dios. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén
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