Hechos 5:7-10
Como tres horas después entró su mujer, no sabiendo lo que
había sucedido. Y Pedro le preguntó: “Dime, ¿vendieron el terreno en tal
precio?” “Sí, ese fue el precio” dijo ella. Entonces Pedro le dijo: “¿Por qué
se pusieron de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, los
pies de los hombres que sepultaron a tu marido están a la puerta, y te sacarán
también a ti.” Al instante cayó a los pies de él, y expiró. Al entrar los
jóvenes, la hallaron muerta; entonces la sacaron y le dieron sepultura junto a
su marido.
No sabemos si fue Ananías o su mujer el primero en pensar el
plan de vender el terreno y quedarse con una parte. Lo importante no es si fue
el hombre o la mujer sino el darse cuenta que como matrimonio, la falla de uno
puede llevar terribles consecuencias. Ananías no estaba cumpliendo con un buen
liderazgo y su mujer no estaba siendo de ayuda al solapar este plan. ¿Las
consecuencias? Los dos cayeron al piso muertos. ¿Qué aprendemos? Que tarde o
temprano, también “caeremos al piso” y nos llamarán a rendir cuentas.
Si pones atención, te puedes dar cuenta que la mujer de
Ananías tuvo una segunda oportunidad para arrepentirse cuando Pedro le pregunta
sobre el terreno. En ese instante ella pudo haber explicado lo sucedido y pedir
perdón. Incluso ¡pudo haber pedido que le regresara su dinero pues no estaba
conforme con entregarlo todo! Pero prefirió seguir con el engaño. Pensó que
nadie se daría cuenta. Pensó que su mentira podía seguir y que podría salir
delante. La verdad es que la mentira y el engaño no nos llevan a ningún lado
sino a la separación con Dios y a una eternidad sin Él. ¿Tan drásticas las
consecuencias? Sí. No lo digo yo sino la Biblia. A nosotros nos gusta pensar
que los errores no son tan graves o pueden arreglarse. Si bien, pueden
corregirse, el vivir las consecuencias de los mismos, nadie lo puede evitar.
Además, ¿quién nos asegura que podremos tener vida para componer nuestros
errores? La mujer optó por seguir con su mentira y se encontró con unos jóvenes
llenos de tierra que regresaban de haber enterrado a su marido. Al instante
cayó y fue sepultada.
¡Nuestras decisiones tienen consecuencias! A veces inmediatas
a veces no, pero todo lo que hacemos nos lleva a alguna parte. Por esto la
biblia nos llena de versículos advirtiendo sobre lo que sembramos y promoviendo
que siempre busquemos la buena siembra para cosechar lo bueno. Tal vez no estás
casado y no te identifiques con Ananías o su mujer, pero independientemente de
tu estado civil, Dios te ha puesto en un lugar específico para que compartas de
su palabra y le sirvas en obediencia. Por otro lado, quiero resaltar la
importancia que tiene la pareja en el matrimonio. Se necesitan el uno del otro.
Necesitamos entender que el estar pegados al Señor es vital y si uno comienza a
fallar el otro debe estar atento para corregir. Ananías y su mujer le dieron la
espalda a Dios y sabemos cómo terminaron. ¿Cómo quieres terminar tú?
Oración
Señor: me arrepiento de mis pecados y te pido perdón. Hoy
entiendo las consecuencias que tiene el darte la espalda y no escucharte. Te
pido que pueda retomar mi compromiso contigo y seguirte fielmente. Guíame. No
me quiero separar de Ti. Quiero sembrar lo bueno y cosechar sus frutos. En
Cristo Jesús
Amén