Ve y Salva a
tu casa. Parte 1
“Ellos
dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”, Hechos
16:31.
Muchos de
nosotros, creyentes en Cristo, tenemos familiares que anhelamos que lleguen al
conocimiento del hijo de Dios, de Jesucristo, pero ha sido una tarea difícil,
casi imposible, debido tal vez a muchas circunstancias. La primera y más obvia
es que no le hemos comunicado el mensaje de salvación o no lo hemos hecho de
manera clara, tal vez sentimos que conocen demasiado nuestro pasado, que no
tenemos la autoridad de predicarles o pensamos que no nos escucharán.
Sea cual sea
la razón por la cual no han llegado a los pies de Cristo, debemos saber que en
la Palabra de Dios hay una promesa de salvación para nuestra casa, para nuestra
familia.
Reflexionemos
y aprendamos mediante esta promesa, los principios que Dios nos enseña acerca
de cómo puede llegar a nuestra familia ese tan anhelado día de la salvación,
conforme está escrito “Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de
salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el
día de salvación” (2 Corintios 6:2).
Para
entender en profundidad este tema, miremos el contexto de la promesa en la que
hoy estamos reflexionando. El contexto está en Hechos 16:16-35, donde nos
cuenta que Pablo y Silas fueron encarcelados al ser denunciados por los amos de
una muchacha de la que echaron fuera un demonio, un espíritu de adivinación.
Sus denunciantes argumentaron que Pablo y Silas alborotaban la ciudad y
enseñaban costumbres que para los romanos no eran lícitas recibir ni practicar.
El pueblo se puso en contra de estos discípulos, y fueron azotados por mandato
de los magistrados. El carcelero, el cual recibió la orden de guardarlos con
seguridad, los llevó a lo más profundo de una cárcel, y les aseguró los pies
con un cepo.
¿Cuál fue la
reacción de Pablo y Silas ante tanta injusticia?, ¿llorar?, ¿lamentarse?,
¿maldecir? ¿enojarse? No. Ellos cantaban himnos a Dios. Es decir, en vez de
pensar en su propia situación, pensaron en Cristo, colocaron su mirada en el
Santo de los Santos.
De repente
sobrevino un gran terremoto que sacudió los cimientos de la cárcel, se abrieron
las puertas y las cadenas se soltaron. El carcelero, pensando que los presos habían
huido, se iba a matar, sacó su espada, mas Pablo guiado por el Espíritu (pues
todo estaba oscuro), lo detuvo a gran voz para que no lo hiciera, pues todos
los presos estaban en el lugar. Y aquí sucedió el milagro más grandioso de la
noche, “Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró
a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo
hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30-31).
Veremos en
el devocional de mañana qué debemos hacer nosotros para que esta pregunta y la
promesa del versículo de hoy se haga efectiva en nuestra familia. Oración.
«Señor,
quiero aprender y ser guiado por tu Espíritu para que mi familia llegue a la
salvación, enséñame tus principios de vida para mostrar a Jesús en mi vida, que
en toda circunstancia tú tomes el control y reveles tu gloria. En Cristo Jesús.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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