Su Palabra fuego y martillo
“¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo
que quebranta la piedra?” Jeremías 23:29
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”. 1 Corintios 3:11-13
En este tiempo el pueblo de Israel estaba cautivo, subyugados
por Babilonia por haberse alejado de Dios. En su desesperación querían oír solo
cosas buenas de los falsos profetas que se levantaron y hablaban en nombre de
Dios, haciendo falsas promesas que no se cumplirían. Más Dios, mandó un mensaje
real y verdadero a través de Jeremías, para que su pueblo lo escuchara y
reflexionara. Era la Palabra de Dios como “fuego y martillo”. Es quizás la
faceta de la Palabra que menos nos gusta pero que es indispensable para
nuestras vidas, cuando estamos en rebeldía contra Dios. Aunque el deseo de Dios
era librarlos de su martirio y de su sufrimiento por causa del pecado, hay una
prioridad en el mensaje de Jeremías y es que el pueblo debía obedecer y
volverse a Dios.
La Palabra de Dios es como fuego que quema y consume, en este
contexto el fuego “purifica”. En la antigüedad era usado para fundir los
metales, que se volvían maleables al rojo vivo. Igualmente, la Palabra nos
purifica y a veces tiene que calentar para moldear nuestras vidas. Para que
“Cristo viva a través de nosotros”, es necesario pasar por el fuego y que el
Señor consuma todo lo que nos impide formar su carácter, cambiando nuestro
lenguaje, conducta y actitudes que nos alejan de Dios. Para seguir a Cristo y
agradarlo hay que dejar cosas y pagar el precio.
La Palabra es la que quebranta la piedra, rompe lo duro,
destroza la rigidez de nuestro interior, la Palabra es como martillo que golpea
la dureza de nuestro corazón, para dejar nuestro orgullo, nuestro egoísmo,
nuestra mediocridad, nuestro conformismo, etc. y que seamos moldeados para ser
más mansos y humildes como Jesús y hacer las cosas a la manera de Dios. Hoy,
digámosle al Señor que queremos ser Transformados en el dominio propio, en
nuestras palabras, en nuestra conducta, en nuestra manera de administrar
nuestra vida y dinero, etc. Y regresar a Él con amor para forjarnos como
hombres y mujeres de Dios.
Como hijos de Dios debemos anunciar el mensaje de salvación y
llamar a la obediencia y no hablar solo cosas bonitas que la gente quiera oír y
que los aleja más de Dios, sino acercarlos a Él, llevándolos al arrepentimiento
porque estamos en los últimos tiempos y el Señor vendrá pronto. Oración.
«Señor, la Palabra que quema, que purifica, que quebranta es
la que necesito para moldear mi vida y formar tu carácter en mí. Transfórmame y
hazme mejor persona. Estoy dispuesto a que tu Palabra venga como fuego y
martillo para mi edificación, aunque duela, sé que me va a llevar al resultado
y el fruto que tú quieres. Sigue perfeccionando tu obra en mí hasta tu regreso.
En Cristo Jesús, amén.
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