Fuego de Dios consumidor
“Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: Porque
dijeron esta palabra, he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a
este pueblo por leña, y los consumirá”. Jeremías 5:14
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su
nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis
huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. Jeremías 20:9
En Deuteronomio 4:24 dice: “Porque Jehová tu Dios es fuego
consumidor, Dios celoso”. Dios es celoso porque le pertenecemos, y está
dispuesto a transformar nuestra vida consumiendo todo lo que hay en nuestro ser
con el fuego de su Espíritu, para que Él crezca en nuestro interior y nosotros
mengüemos, solo quiere que seamos vasos de honra para gloria suya. Pero
también, como le dijo al profeta Jeremías: “he aquí yo pongo mis palabras en tu
boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá”, Él nos ha dado su
Palabra que es como fuego para que, al pronunciarla las personas que nos
escuchen vayan al arrepentimiento y se acerquen a Dios.
Pidamos al Señor que su Palabra sea como ese fuego ardiente
en nuestro corazón y no podamos contenerla como dijo el profeta Jeremías. No
podemos callar cuando este mundo está en oscuridad y necesita oír la voz del
Señor, es el único que puede salvarlos y llenarlos de esperanza.
Este es un llamado también a purificar nuestras vidas,
quemando toda obra muerta como hojarasca que impide que recibamos la bendición
que Él ha dispuesto para nosotros. Esa hojarasca puede ser: resentimientos,
ira, falta de perdón, contiendas, orgullo, maledicencia, etc. que estorban el
propósito de Dios y no dejan formar el carácter santo de Jesús en nosotros.
Aprendimos ayer, que la Palabra de Dios no solo es fuego,
sino martillo que quebranta, quiebra con fuerza y poder toda dureza de nuestro
corazón y toda fortaleza mental que el enemigo ha formado en nosotros. Que
podamos decir de corazón como el rey David: “Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmo 51:10)
El Señor nos lleve hoy, a reconocer el valor de su Palabra y
a que seamos hacedores de ella; entendiendo que es el manual de vida que nos
instruye, el alimento que necesitamos para crecer espiritualmente, la lámpara
que guía nuestros pasos, que es viva y eficaz y puede salvar, sanar y liberar,
que es fuego y martillo para santificarnos y es la espada del Espíritu, para
apagar todos los dardos de fuego del maligno. Dios nos disponga para ser
renovados, porque queremos obedecer su Palabra y vivir en su Presencia.
Recordemos que es la Presencia de Dios y la santidad que le
dan poder a la Palabra para que como iglesia impactemos la vida de muchas
personas. Que el Señor remueva todo estorbo que dañe el propósito y avance de
su iglesia. Oración.
«Amado Dios, tu Palabra dice que eres fuego consumidor, hoy
quiero pedirte que quemes y consumas todo lo que hay en mí que no te agrade y
que no deja fluir la presencia de tu Espíritu Santo. Pasa por el fuego toda
obra hecha en mi carne y que es como hojarasca, porque no glorifica tu Nombre.
Reconozco el valor y el poder que tiene tu Palabra para transformar mi vida y
llevarme a la santidad, a servirte con un corazón puro y consagrado, amén.
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