El Amor de
Dios trae Poder. Parte 1
“Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra.” Hechos 1:8
Muchas veces
cuando pensamos en poder, nos imaginamos facultades extraordinarias o
sobrenaturales, pero al mirar a nuestro mayor referente: Jesucristo, nos damos
cuenta que el poder al cual se refiere el pasaje de Hechos 1:8 es bien
diferente, primero porque Jesús el Hijo de Dios nos enseña que, si bien él
tenía todo el poder, y aun mayor que el que pueden mostrar los superhéroes de
Hollywood, nunca fue su intención parecerse a esos personajes de ficción, que
solamente exaltan el ego y la autosuficiencia, sino por el contrario, en
humildad se despojó a sí mismo (Filipenses 2:6-8) y más bien nos enseñó un
poder aun mayor, el poder del amor, el poder de su misma esencia, un poder que
es capaz de dar perdón, salvación, vida eterna; un poder que venció la muerte y
que permanece para siempre.
Al ver a
Jesús vivir su vida diaria, notamos que vivía constantemente amando, y vemos
cómo ese amor impactaba y cambiaba vidas, sanaba enfermos, liberaba
endemoniados, ayudaba a necesitados, en general podemos ver el poder del amor
puesto en acción.
Ahora bien,
este poder especial, el amor de Dios, maravilloso y extraordinario, pues es un
atributo de Dios, él mismo lo comparte con todo creyente, pues lo derrama en
nuestro corazón por medio de su Santo Espíritu (Romanos 5:5b), haciéndonos
partícipes del mismo poder que operaba en Jesús y que lo impulsaba a vivir como
vivió y que debe de impulsarnos a nosotros a vivir de esa misma manera.
Para dejar
obrar este poder en nuestras vidas es necesario que tengamos comunión con Dios
por medio del Espíritu Santo gracias a Cristo, pues separados de Él nada
podemos hacer, si buscamos esta intimidad entonces al igual que Jesús seremos
instrumentos del Amor de Dios y testigos efectivos en Jerusalén, en toda Judea,
en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Oración.
«Padre Dios,
te pido en el nombre de tu Hijo Jesús, me ayudes a vivir con el poder de tu
Amor, llévame a diario a tener comunión con tu Santo Espíritu para así dejar
fluir tu amor a través de mí, un amor que es tan poderoso de convertir al
pecador, de transformar al malvado y de dar esperanza al desanimado. Quiero
convertirme en un testigo fiel de tu gran amor en el lugar donde tú me pongas,
amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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