Mi gran Sumo Sacerdote: Jesucristo
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los
cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos
un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno
que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro.”, Hebreos 4:14-16
En el Antiguo Testamento nadie podía acercarse al trono de
la gracia, solo lo hacía el sumo sacerdote en el tabernáculo, una vez al año,
el día de expiación, pero antes, debía haber ofrecido sacrificio para cubrir
sus propios pecados y los pecados del pueblo. Pareciera que muchos aún se han
quedado en esa época donde requerían de un hombre con túnica para acercarse a
Dios.
Hoy, el Señor Jesucristo es nuestro gran Sumo Sacerdote y
así lo presenta el escritor de hebreos: “Por tanto, hermanos santos,
participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote
de nuestra profesión, Cristo Jesús».
El corazón del hombre necesita de un mediador, así lo vemos
en el clamor de Job cuando dice: «No hay entre nosotros árbitro que ponga su
mano sobre nosotros dos». Job ansiaba tener un mediador entre él y Dios, que
pusiera una mano en la mano de Job y su otra mano en la mano de Dios, para
acercarlos. Cristo es ese único mediador, ese sacerdote por medio de quien cada
creyente tiene un acceso personal a Dios Padre.
Jesucristo se convirtió en un Sacerdote cuando traspasó los
cielos, Él sabe cómo nos sentimos, y nos comprende y está siempre disponible.
Él supo lo que fue sufrir, sintió hambre, sintió aflicción y tristeza, hasta el
punto que Jesús lloró. Así que puede identificarse con nuestras debilidades.
La Palabra nos anima a acercarnos confiadamente al trono de
Dios. El trono simboliza autoridad y poder, y la gracia expresa el amor, la
comprensión y la libertad de expresión.
Hoy, todos los creyentes hemos sido elegidos por Dios, la
Biblia dice: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os
llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
Hermano, cumplamos este propósito de Dios en nuestra vida
para que podamos ser un ‘sacerdocio santo’ para Él. Oración.
Señor Jesús, has pasado al trono de la gracia, como el mayor
sitio de poder y desde allí me tienes compasión como mi Supremo Sacerdote, pues
te compadeces de mis debilidades y aflicciones porque tú las padeciste sin
pecar. Ayúdame a acercarme confiadamente al trono celestial, para alcanzar
misericordia y el oportuno socorro y así poder servirte en sacerdocio santo.
Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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