Llamamiento a una vida de santidad
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed
sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo
sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo,
sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito
está: Sed santos, porque yo soy santo”, 1 Pedro 1:13-16
Pedro escribe a los judíos expatriados, los cuales se hallan
en tremenda persecución, y como buen pastor, delegado por Jesús para apacentar
su grey, da los lineamientos para que lleven una vida santa y lo primero que
les pide es afirmar el entendimiento como se ciñen los lomos a los cuales se
les va a colocar una pesada carga.
Permanecer sobrios y entendidos en medio de los
sufrimientos, no es nada fácil, porque siempre se toman las soluciones que
primero se presenten, así no estén conformes a lo que Dios manda, pero la
obediencia a prueba de fuego, nos mantendrá por completo en la esperanza de la
gracia del regreso de Jesucristo.
En el Antiguo Testamento el pueblo escogido, tenía que ser
puro antes de acercarse a Dios y estaban llamados a demostrar santidad ante
otras naciones paganas que los rodeaban, pues solo un pueblo limpio y no
contaminado, podría ser usado por Él para cumplir su propósito de redención del
mundo, pero hoy en día, santidad y pureza no se oyen, ni se ven, porque siempre
justificamos y maquillamos nuestros pecados, además consideramos que a Dios lo
tenemos a mano y nos acercamos a Él desprevenidamente. Ser su pueblo, exige una
forma de vida diferente a las demás personas del mundo, es estar separado del
pecado, apartados para los propósitos de Dios.
Hemos sido rescatados, comprados con alto precio y
adquiridos por Dios, no nos pertenecemos, sino que somos pertenencia de Dios,
por lo tanto, hermano, no podemos hacer nuestra voluntad sino la de aquel que
nos rescató. La Biblia dice: “Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová
soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.” (Levítico
20:26) Oración.
Padre Eterno, te ruego que las corrientes viciadas de este
mundo no me contaminen y guárdame siempre en el hueco de tu mano, apartado del
mal. Hoy ceñiré los lomos de mi entendimiento, seré sobrio y llevaré una vida
de santidad en toda mi manera de vivir y ansiosamente espero la gracia de tu
regreso. Te amo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
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