Mantener el vínculo de la paz
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es
digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”, Efesios 4:1-3
Si pertenecemos a una sociedad, tenemos tanto deberes como
derechos, y tenemos la obligación de vivir conforme a las normas establecidas
en ella. Igualmente, cuando entramos en comunión con la iglesia de Cristo
debemos vivir la clase de vida que corresponde a un verdadero hijo de Dios,
andando conforme al llamado que Dios nos hizo.
Ser dignos de ese llamado implica cultivar ciertas virtudes
en nuestro corazón que nos lleven a mantener la unidad en el Espíritu y a estar
enlazados mediante la paz. Se nos invita a ser humildes y amables, mansos de
espíritu, pacientes, tolerantes por amor.
En la antigüedad se consideraba la humildad como una
cualidad cobarde, servil e innoble; pero cuando Jesús vino a la tierra, la
colocó por encima de todas las virtudes. La humildad nos lleva a reconocer
nuestra propia indignidad, a vernos tal como somos con todas nuestras
debilidades y nuestro egoísmo. Por eso, necesitamos el ejemplo de Cristo, que
se despojó a sí mismo de su deidad y vestidura real para hacerse un simple
hombre y poder alcanzarnos.
A veces como cristianos nos falta la mansedumbre, que es la
misma amabilidad y cortesía, en nuestro trato con otros. El que tiene esta
cualidad vive totalmente bajo el control de Dios y somete todos sus instintos y
pasiones a Él, de manera que no se deja dominar de ningún sentimiento, sino que
es manso frente a cualquier circunstancia.
La paciencia es el espíritu que soporta los insultos y las
injurias sin amargura ni queja. Es el fruto del Espíritu que puede soportar a
las personas molestas con cortesía, y sin irritarse. Dios es paciente, lo dice
varias veces en su Palabra, por eso nos dio la oportunidad de arrepentirnos y
acercarnos a Él.
Y no podemos dejar de hablar de la virtud que encierra las
otras tres, el amor. No es el amor humano egoísta y calculador, es el amor
cristiano ágape que se da sin condición. Es la habilidad de mantener una buena
voluntad con los que no la tienen con nosotros, ni son amables, ni nos gustan,
es el amor que busca siempre hacer el bien.
Todas estas virtudes nos llevan a la paz, a una debida
relación con otras personas y a la unidad. ¿Qué comportamiento o actitud
tenemos que cambiar? ¿En qué situación debemos ser más tolerantes? ¿Con quién
debemos desarrollar más paciencia? ¿Qué necesitamos para soportar a los demás
con amor y crear vínculos de paz? Oración.
Señor Jesucristo, he entendido que debo morir a mi yo, y
permitir que tú vivas a través de mí, sólo así podré vivir de una manera digna
a tu llamado y desarrollar las virtudes de tu carácter, como la humildad, la
mansedumbre, la paciencia y el amor que necesito en mi trato con los demás.
Lléname del fruto de tu Espíritu para poder lograrlo. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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