miércoles, 29 de enero de 2020

Mantener el vínculo de la paz


Mantener el vínculo de la paz
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”, Efesios 4:1-3
Si pertenecemos a una sociedad, tenemos tanto deberes como derechos, y tenemos la obligación de vivir conforme a las normas establecidas en ella. Igualmente, cuando entramos en comunión con la iglesia de Cristo debemos vivir la clase de vida que corresponde a un verdadero hijo de Dios, andando conforme al llamado que Dios nos hizo.
Ser dignos de ese llamado implica cultivar ciertas virtudes en nuestro corazón que nos lleven a mantener la unidad en el Espíritu y a estar enlazados mediante la paz. Se nos invita a ser humildes y amables, mansos de espíritu, pacientes, tolerantes por amor.
En la antigüedad se consideraba la humildad como una cualidad cobarde, servil e innoble; pero cuando Jesús vino a la tierra, la colocó por encima de todas las virtudes. La humildad nos lleva a reconocer nuestra propia indignidad, a vernos tal como somos con todas nuestras debilidades y nuestro egoísmo. Por eso, necesitamos el ejemplo de Cristo, que se despojó a sí mismo de su deidad y vestidura real para hacerse un simple hombre y poder alcanzarnos.
A veces como cristianos nos falta la mansedumbre, que es la misma amabilidad y cortesía, en nuestro trato con otros. El que tiene esta cualidad vive totalmente bajo el control de Dios y somete todos sus instintos y pasiones a Él, de manera que no se deja dominar de ningún sentimiento, sino que es manso frente a cualquier circunstancia.
La paciencia es el espíritu que soporta los insultos y las injurias sin amargura ni queja. Es el fruto del Espíritu que puede soportar a las personas molestas con cortesía, y sin irritarse. Dios es paciente, lo dice varias veces en su Palabra, por eso nos dio la oportunidad de arrepentirnos y acercarnos a Él.
Y no podemos dejar de hablar de la virtud que encierra las otras tres, el amor. No es el amor humano egoísta y calculador, es el amor cristiano ágape que se da sin condición. Es la habilidad de mantener una buena voluntad con los que no la tienen con nosotros, ni son amables, ni nos gustan, es el amor que busca siempre hacer el bien.
Todas estas virtudes nos llevan a la paz, a una debida relación con otras personas y a la unidad. ¿Qué comportamiento o actitud tenemos que cambiar? ¿En qué situación debemos ser más tolerantes? ¿Con quién debemos desarrollar más paciencia? ¿Qué necesitamos para soportar a los demás con amor y crear vínculos de paz?  Oración.
Señor Jesucristo, he entendido que debo morir a mi yo, y permitir que tú vivas a través de mí, sólo así podré vivir de una manera digna a tu llamado y desarrollar las virtudes de tu carácter, como la humildad, la mansedumbre, la paciencia y el amor que necesito en mi trato con los demás. Lléname del fruto de tu Espíritu para poder lograrlo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario