Los tesoros en el cielo no se agotan
«No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha
placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que
no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega,
ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón», Lucas 12:32-34
El Señor Jesús lleva a sus discípulos a poner sus ojos en el
reino de Dios para que su proceder sea generoso y de servicio aquí en la
tierra, y esta palabra de hace dos mil años es tan fresca que nos habla también
a nosotros. Solo Dios conoce el corazón del hombre cuan avariento es, cuan
pegado a las cosas materiales vive, por eso nos habla de esta manera.
Vemos con claridad casos en la Biblia cómo las cosas
materiales pueden ser como el hueso que provoca una pelea entre dos perros
callejeros: es el caso dramático en el Antiguo Testamento en la ciudad de
Samaria, cuando el hambre hace que dos mujeres acuerden matar y comer a sus
hijos, pero la segunda esconde al suyo y no lo mata. Brota una pelea, y las dos
mujeres acuden al rey para exigir una determinación (2 R 6:26-30).
Asimismo, vemos cuando un hombre se acerca a Jesús pidiendo
que obligue a su hermano a partir la herencia con él, el Maestro le responde:
“Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en
la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15) Jesús aprovecha la ocasión
para advertirle que el mayor problema es la avaricia que se asienta en el
corazón del hombre.
Jesús también cuenta la parábola del rico insensato
diciendo: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba
dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y
dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí
guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes
tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios
le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de
quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”
(Lucas 12:16-21).
Hermano, plantea en tu vida la perspectiva correcta sobre la
posesión de los bienes materiales, grava en tu corazón esta palabra: “haceos
tesoros en el cielo, … Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón. (Mateo 6:20-21) Oración.
Padre Bueno, ayúdame a quitar de mí toda avaricia, todo
apego al dinero y a los bienes materiales, a tener un corazón dadivoso y
caritativo, pues tú amas al dador alegre y cuanto más se abra mi mano para dar,
más abierta queda para recibir de tu gracia y tu bondad que es inagotable.
Gracias Señor, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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