GLORIOSA VICTORIA DE CRISTO
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la
incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos
todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros,
que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y
despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz”, Colosenses 2:13-15
Jesús en el Calvario fue el sacrificio perfecto, el Cordero
sin mancha y sin pecado se entregó voluntariamente por la humanidad, su anhelo
es que ninguno se pierda, por eso no se quedó clavado en el madero. Su
sacrificio maravilloso, único, venció la muerte, venció al maligno cuando la
resurrección puso su sello y se levantó entre los muertos. Trajo cautiva la
cautividad y la expuso públicamente.
Gloriosa victoria de la cruz, gloriosa victoria de la
resurrección y gloriosa victoria de su ascensión, cuando fue exaltado hasta lo
sumo sentándose a la diestra de Dios Padre. Ese Cristo vivo y victorioso se
manifiesta ahora por medio de su Santo Espíritu en cada creyente que lo ha
recibido. El Cristo triunfante lleno de gloria y poder nos recuerda que ya no
somos más nosotros, sino Él a través de nosotros pues hizo su obra completa y
perfecta. Ya no vale el esfuerzo personal para ser agradables a sus ojos, sino
la fe en Cristo que ya lo hizo todo a nuestro favor.
Transformó totalmente la manera de relacionarnos con el
Padre, pues abrió el camino vivo a su presencia por su sangre preciosa
derramada en la cruz. Nos reconcilió con el Padre, por eso no tuvo reparos en
sufrir y morir por nuestros pecados. No sólo nos dejó su ejemplo de amor y entrega,
sino que más allá de esto, nos habita por su Espíritu para manifestarse en y a
través de nosotros. Qué privilegio para nosotros tener su naturaleza divina.
Ahora por medio de Él somos más que vencedores, somos los
embajadores del Cristo triunfante, por lo tanto, vivamos vidas victoriosas
permitiendo que cada día sea Jesús en nosotros, irradiando su luz y su verdad
en todo lo que hagamos, siendo sus colaboradores en la conquista de este mundo,
instrumentos de reconciliación que llevamos el mensaje de salvación. Oración.
"Señor Jesucristo toda gloria, todo honor, toda honra
son tuyos, porque fuiste el Cordero inmolado que triunfó sobre el pecado, la
muerte y que derrotó al enemigo de mi alma. Gracias por ocupar mi lugar, darme
salvación y vida eterna. Gracias porque ya no estoy en condenación y nadie
puede acusarme. Toda la victoria fue tuya. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
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