RESTAURANDO CON AMOR
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta,
vosotros que sois espirituales, restaurarle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los
unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se
cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a
prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de
sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga. Gálatas 6:1-5
La palabra restaurar viene del griego katartízo, que es usada
en el griego secular para poner un hueso dislocado en su lugar. En el Nuevo
Testamento se usaba para arreglar una red de pescar y en el sentido cristiano, restaurar
es traer a una persona al arrepentimiento y a una nueva relación con Cristo.
Cuando hablamos de restauración debemos tener un espíritu de
mansedumbre, un espíritu de gratitud y un espíritu de oración, especialmente
cuando sorprendemos a alguien atrapado en el pecado y queremos ayudarlo en
lugar de condenarlo. Siguiendo así el ejemplo de Cristo.
Cuando juzgamos o señalamos a alguien con nuestro dedo índice
por sus errores, no olvidemos que tres de los otros dedos están apuntando hacia
nosotros. Es fácil ver la paja en el ojo de nuestro hermano y no ver la viga
que enceguece el nuestro. No somos quién para hacer juicios sobre los demás,
pues Dios es el juez justo y el que conoce verdaderamente los corazones.
Pidamos a Dios ser espirituales y misericordiosos para ayudar
al que está caído, al que está dominado por algún vicio, oprimido por el pecado
y esclavizado en las garras del enemigo y con el poder de Dios, liberarlo y
restaurarlo. El espiritual debe estar gobernado por el Espíritu Santo y su conducta
debe ser mansa y amorosa. No debemos confrontar a nuestros hermanos en la fe,
en nuestra carne con una actitud de vanagloria e irritación, pues debemos
recordar cuán frágil es la naturaleza humana y nosotros podemos caer en
cualquier momento. Las personas más misericordiosas son las que han pasado por
la misma experiencia.
El regalismo sólo trae más carga sobre los demás, por eso
Jesús juzgaba a los fariseos por no ser misericordiosos y por poner cargas
pesadas a otros que ni ellos mismos podían llevar. Nuestra oración amorosa es
el arma más poderosa para ayudar a nuestros semejantes con sus conflictos y
tentaciones ¿por qué no ayudarnos unos a otros en amor? Recordemos que el amor
es el que cubre multitud de faltas y nos hace ver a los demás como a nosotros
mismos, menesterosos y necesitados del perdón de Dios.
Debemos apoyar a nuestros hermanos anudándoles a llevar sus
cargas y no soltando la nuestra. Esto nos mantendrá humildes y nos recordará
que cuando estemos en dificultades debemos estar dispuestos a buscar ayuda y
dejar que nuestros hermanos nos ayuden.
Entre los cristianos debe haber un compañerismo que nos
estimule al amor y a las buenas obras y que nos impulse a compartir la
Palabra. Oración.
Señor Jesús, reconozco que no soy perfecto, porque abecés me
dejo guiar por la carne y no por tu Espíritu perdóname si no he tratado a otros
como tú lo harías. Enséñame misericordia y amor para ayudar a otros con sus
cargas. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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