ALEGREMOS EL CORAZÓN DE DIOS
El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza
de su madre”, Proverbios 10:1
Hijo mío, no te olvides de mí ley, y tu corazón guarde mis
mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán”,
Proverbios 3:1-2
Si echamos una mirada a los hogares de nuestro mundo
podríamos encontrar en la mayoría padres con una profunda tristeza, y quizás en
unos pocos hogares, padres alegres y felices. En ambos casos esto está relacionado
con la vida y conducta de los hijos. Siempre hemos tenido la idea que los hijos
no deben sufrir por la conducta equivocada de sus padres, pero en este caso
Salomón nos dice que el consuelo, la satisfacción y la alegría de los padres
dependen del comportamiento de los hijos. Lo que hagan bien o lo que hagan mal
afecta el ambiente familiar.
También tenemos que decir que un hijo necio generalmente se
ha forma cuando no cumplimos con nuestra responsabilidad de instruirlo por el
buen camino. Si desde pequeños les enseñamos el temor de Dios, podremos tener
hijos sabios que tomen decisiones correctas para su vida. Como dice Proverbios
22:6 “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de
él”. Unos hijos justos son aquellos que son rectos, íntegros, que tienen una
excelente relación con Dios y una inmejorable relación con sus semejantes.
Los hijos sabios buscan la sabiduría de Dios, ella los
dirigirá por el camino correcto y no se desviarán. Tomemos en cuenta que el
principio de la sabiduría es el temor de Jehová; y el temor a Jehová es
apartarse del mal.
Necio es aquel que es indiferente a la instrucción,
irresponsable con sus deberes y orgulloso de sí mismo, que cree que no necesita
la dirección de nadie, incluyendo a su familia. La necedad, insensatez,
imprudencia de un hijo es lo que produce la tristeza de los padres.
Es importante notar que el rey Salomón no relaciona la
satisfacción y felicidad de los padres con respecto al dinero, la fama, el
nivel académico o el desenvolvimiento en la sociedad, sino por poseer esa
virtud que puede ayudar a los hijos a conducirse de una forma racional,
coherente, justa y equilibrada de acuerdo a los principios inculcados.
Cuando la Palabra de Dios habla de necedad no se refiere a
una persona que carece de capacidad mental sino de una que desprecia y rechaza
las pautas establecidas por Dios y por sus padres, maestros, jefes,
gobernantes, etc.
Este versículo también podemos aplicarlo a nosotros como
hijos de Dios, le daremos alegría a nuestro Padre celestial si andamos
correctamente obedeciendo sus mandamientos. Apartémonos del pecado y la maldad
que no producen ningún bien ni provecho en nuestra vida espiritual, mientras
que la justicia y la rectitud nos librarán de muchas aflicciones.
Es sabio el que le cree a Dios, lo ama y lo obedece. El que
escoge el temor de Dios, tendrá una felicidad duradera, largura de vida y
muchas bendiciones. Oración.
Amado Padre celestial, quiero alegrar tu corazón, no permitas
que me aparte de tu Palabra, sino guardarla en mí, para no pecar contra ti.
Señor, encamíname a ser un hijo sabio y justo, para que consiga no sólo la
sonrisa de los que me rodean sino la tuya. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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