NO OLVIDEMOS LAS BONDADES DEL SEÑOR
Oración.
Señor, te doy gracias, perdóname si he sido ingrato, llena
mi vida de ti y guíame con tu Espíritu para demostrar mi agradecimiento
siguiendo tu Palabra y practicando tus principios. En el nombre de Jesucristo tu
Hijo Amen.
Bendice, alma mía, a
Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Salmos 103:2
Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus
mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que
comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus
ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que
tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu
Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; Deuteronomio
8:11-14
Por muchos factores olvidamos todas las bondades que Dios ha
hecho con nosotros, pero el principal factor que documenta la Palabra de Dios,
es cuando colocamos nuestra seguridad en la bendición y no en el dador de
estas. Cuando confundimos tener una relación con Dios con tener muchos bienes.
Por eso el Señor dice a la iglesia en Apocalipsis 3:17:
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
No sea que nos suceda lo mismo: decimos que no tenemos
necesidad, económica o de bienes materiales, pero por dentro se encuentre
nuestro corazón vacío. Un corazón que no obedece a Dios, ni anda conforme a sus
principios, es un corazón realmente endeudado y empobrecido.
Es claro que Dios también nos puede bendecir económicamente,
porque no es malo tener riqueza sino el amor hacia ellas. Por eso mi relación
con Dios debe ser lo primero, el gran tesoro que guardo junto a sus
mandamientos y sus principios de vida (Mateo 6:20). Si no, toda riqueza que
podamos tener sin Dios se convierte en nuestro principal enemigo.
¿Qué debemos hacer para realmente no olvidar las bondades de
Dios? Seguir el consejo de Jesús en Apocalipsis 3:18, “Por tanto, yo te aconsejo
que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras
blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge
tus ojos con colirio, para que veas”, esto es, ser purificados de todo pecado
por la preciosa sangre de Cristo, pidiendo perdón a Dios por medio de Jesús por
nuestra ingratitud y revestirnos de Cristo. Es decir, no andar en la carne o en
los deseos del mundo, sino ser guiados por su Espíritu en todo y colocar
nuestra mirada en las cosas de arriba, en Cristo, y no en los bienes
materiales; pues, aunque éstos serán añadidura, tendremos un corazón que no
olvidará sus bondades. Oración.
Señor, te doy gracias, perdóname si he sido ingrato, llena
mi vida de ti y guíame con tu Espíritu para demostrar mi agradecimiento
siguiendo tu Palabra y practicando tus principios. En el nombre de Jesucristo
tu Hijo Amen. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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