Romanos. 3:v1.
3.1 En este capítulo Pablo afirma todos somos culpables ante
Dios. Pablo desmantela la excusa común de la gente que no quiere reconocerse
pecadora: (1) "Dios no existe" o "Sigo mi conciencia";
1.18-32; (2) "No le hago mal a nadie"; 2.1-16; (3) "Soy miembro
de una iglesia" o "Soy una persona religiosa"; 2.17-29. Nadie
está exento del juicio de Dios por el pecado. Cada persona debe aceptar que es
pecadora y por lo tanto culpable ante Dios. Solo así puede comprenderse y
aceptarse ese regalo maravilloso de Dios que es la salvación.
3.1 ¡Qué descripción más deprimente hace Pablo! Todos,
gentiles paganos, gente humanitaria o religiosa, estamos condenados por
nuestras acciones. La Ley, que el Señor dio para mostrar el camino a la vida,
saca a la luz nuestras obras malignas. ¿Hay alguna esperanza? Sí, dice Pablo.
La Ley nos condena, esto es cierto, pero la Ley no es la base de nuestra
esperanza. Dios mismo lo es. El en su justicia y amor maravilloso nos brinda
vida eterna. Recibimos salvación no a través de la Ley, sino mediante la fe en
Jesucristo. No podemos ganarla, pero debemos aceptarla como un regalo de
nuestro amoroso Padre celestial.
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