EL HOMBRE ESPIRITUAL:
El hombre espiritual ha sido santificado por el poder del
Espíritu Santo. Vive la santidad que Dios demanda en espíritu, alma y cuerpo.
Sabe lo que le pertenece en Cristo. Progresa espiritualmente porque saca tiempo
para leer y estudiar la Palabra de Dios hasta que ésta se convierte en parte de
sí mismo. Mantiene una íntima relación con el Padre, llegando a conocerle profundamente
a través de las enseñanzas y el Ministerio de Cristo. Conoce a Jesús como
Salvador y Señor, pero le reconoce también como su Sumo Sacerdote e Intercesor.
Está consciente de la autoridad que posee como creyente en el Señor Jesús,
quien está sentado a la diestra del Padre.
El hombre santificado en su interior conoce al Espíritu Santo
como Consolador, Consejero, Ayudador, Intercesor y Maestro. El Espíritu Santo
le capacita para servir al Señor Jesús; en el Reino de Dios no se consigue nada
sin su ayuda. Es el secreto del éxito del hombre espiritual en su vida y en su
ministerio.
El hombre espiritual ha descubierto que su capacidad proviene
de Dios (2 Corintios 3:5). Puede decir como Pablo: "Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). A diferencia del hombre
carnal, el hombre espiritual es gobernado por la Palabra de Dios y no por sus
sentidos. Permite que la Palabra de Dios le controle, eliminando así el poder
de Satán sobre él. Es un cristiano victorioso que se alimenta diariamente de la
Palabra de Dios, sabiendo que, lo que es el pan para su cuerpo físico, es la
Palabra de Dios para su espíritu.
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