El Señor nos formó desde el vientre para ser sus siervos
«Oídme,
costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde
las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada
aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me
guardó en su aljaba; y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me
gloriaré. Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he
consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa
con mi Dios. Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser
su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque
estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza); dice: Poco
es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que
restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para
que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. Así ha dicho Jehová,
Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de
las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes,
y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.»,
Isaías 49:1-7
«Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no
perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio,
es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.», Juan
10:27-30
En esta
mañana, pronunciemos nuestro nombre en voz alta.
Escuchar
nuestro nombre causa una impresión en nosotros de una u otra forma. Cuando
nuestra madre nos llama con el nombre completo, generalmente es para llamarnos
la atención. Los nombres comunican el sentido de quiénes somos y de cómo nos
relacionamos con otros.
En el libro
de Isaías 49:1 El señor declaró antes de que el Mesías viniera al mundo:
«Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre,
desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria». Eso muestra la
relación especial que el Mesías tiene con nuestro Padre Dios. Lo más importante
es que esta relación se extiende hasta nosotros, por medio de Jesús.
Al recibir a
Cristo, hemos sido adoptados en la familia de Dios. Efesios 1:5 dice «En amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad». Recordemos que no somos un
número en una computadora, la Palabra de Dios dice que Jesús nos llama por
nuestro nombre. Le pertenecemos, porque somos ovejas de su rebaño y nadie nos
puede arrebatar de sus preciosas manos.
Estas
verdades de su Palabra deberían darnos la seguridad de que estamos bajo el
cuidado y la protección de nuestro Dios.
Hoy,
renovemos nuestra confianza en ese Padre amante que nos escogió, nos llamó por
nuestro nombre y nos adoptó como sus hijos para vivir en una relación de amor
con Él y para que sirvamos en sus propósitos. Nos ha llamado a ser luz de las
naciones y para que llevemos su salvación hasta lo último de la tierra. Oración.
«Señor,
gracias por llamarnos, por escogernos para ser tus hijos, por aceptarnos como
somos, porque nos has hecho parte de tu familia. Somos tu especial tesoro y
siempre como un Padre amoroso nos proteges, nos escondes en el hueco de tu
mano. Queremos decirte que te amamos y que en ti estamos seguros. Gracias por
amarnos, sustentarnos y cuidarnos como ovejas de tu redil. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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