Agua y pan
de vida
“Jesús les
dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mí cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35
Trabajamos
día a día fuerte y disciplinadamente por conseguir la comida que perece, pero
¿Qué tanto trabajamos por hallar el alimento que da vida eterna?
Jesús es el
pan de vida y el agua viva que fluye para vida eterna.
Por lo
general, nos pasamos la vida tratando de encontrar algo o alguien que nos
complete o que nos haga sentir plenos, y es algo que nunca vamos a hallar en un
ser humano, porque a nosotros lo que en realidad nos falta y nos llena es aquel
que descendió del cielo, el pan de Dios que da vida al mundo y el agua viva que
brota para vida eterna (Juan 6:33, Juan 4:14); en Su palabra Él nos promete que
todo aquel que coma de este pan nunca tendrá hambre y el que beba de esta agua
no tendrá sed jamás. Pero ¿Cómo comemos y cómo bebemos?
Ir a Jesús y
creer en Él es la manera de comer del pan y beber del agua (Juan 6:35).
Muchos,
quizás todos nosotros, ya nos hemos saciado, pero ¿nuestro prójimo, nuestro
amigo y vecino? Será que ¿Estamos viendo su necesidad y no les hemos
compartido? ¿los estamos dejando morir?
Nuestro
deber, así como lo hizo la mujer samaritana que fue saciada, es invitar a
conocer a Cristo a todo aquel que encontremos en el camino (Juan 4:28-30).
Debemos entender que esto es de vida o muerte, pues el Señor claramente nos
dice “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el
pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.” (Juan
6:49-50).
Es momento
de reflexionar si aquello por lo que tanto trabajamos es importante y permanece
o simplemente es superficial y que perece (Juan 6:27). Oración.
«Poderoso
Dios, nos has dado pan del cielo y agua viva, comida que sacia para vida
eterna, en tu Hijo Jesús, gracias Padre amado por ese don, por el privilegio de
permitirnos conocerlo y recibirlo en nuestra vida, ahora permítenos saciar la
vida de otros al compartirles tu provisión, úsanos como repartidores de tu gran
don, en Cristo Jesús. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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