¿He menospreciado tu llamado? - Parte 1
“Entonces
dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la
primogenitura?… Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y
él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la
primogenitura.” Génesis 25:32,34
Qué tremendo
ver cómo Esaú menosprecia su primogenitura, por un plato de lentejas, que para
nada se compara en valor con lo que heredaría; esto nos lleva a reflexionar,
¿Cuántas veces hemos menospreciado, como Esaú, lo que Dios nos ha obsequiado?,
quizás en algún momento lo hemos hecho, pero ¿por qué razón?, ¿por ignorancia,
pues no conocemos qué es lo que se nos ha dado?, o quizás ¿porque no vemos el
valor de lo que se nos entregó?
Enfoquemos
este pasaje, en especial a la misión trascendental que Dios nos ha encomendado,
predicar las buenas nuevas; es una misión que trae consigo una gran
responsabilidad, pero también una recompensa; responsabilidad, porque depende
de nosotros que el evangelio del reino sea predicado en todo el mundo, para
testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14), ya que como dice la palabra:
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en
aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”
Romanos 10:14; pero también hablamos de recompensa, pues claramente la más
importante, es la salvación de las personas a quienes les hemos compartido.
Aunque conocemos lo vital de esta misión, su gran valor y relevancia, hemos
preferido en muchas ocasiones hacerlo a un lado, por ir como Esaú, detrás de
algo sin importancia; nos hemos dejado llevar por los afanes del mundo y la
obtención de algunas cosas materiales que se ven apetitosas delante de nuestros
ojos (como a Esaú le pareció el guisado de su hermano), y al dejarnos
deslumbrar hemos perdido el norte, olvidando uno de los propósitos de nuestro
existir: ser luz para las naciones, a fin de llevar la salvación de Cristo
hasta los confines de la tierra (Hechos 13:47)
En este día
preguntémonos: ¿seguiremos el ejemplo de Esaú y menospreciaremos la gran
responsabilidad que Dios nos ha dado? Oración.
«Padre, yo
no he menospreciado la misión que me has encomendado, entiendo su importancia,
pero no sólo quiero entenderlo sino también practicarlo. Espíritu Santo usa mi
vida como instrumento para llevar el mensaje del evangelio hasta el fin del
mundo. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario