Corro a los
brazos de mi Padre
“Y deseaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!” Lucas 15:16-17.
Cuando
leemos el relato bíblico del hijo pródigo nos puede llegar a parecer una
locura, pues ¿quién en su sano juicio malgastaría sus bienes a tal punto de
quedarse sin nada, y a esas alturas en condición de necesidad llegar a querer
comer de lo que los cerdos se alimentan? Y es que si miramos el estado en el
que estos animales viven podemos notar que no es encantador, pues si alguna vez
has entrado en una porqueriza podrás percibir que su olor, que es una mezcla
entre lodo, desechos de estos animales y aserrín, no es agradable, ahora
pongámonos en el lugar de este hijo pródigo, ¿cuánta hambre debió tener para
querer meterse a ese lugar y coger de la comida de los cerdos? Sin duda alguna,
mucha, pero justo en ese momento en el que tal vez se disponía a alimentarse de
algarrobas, recordó algo importante, él era un hijo, no un cerdo, por ende,
podría regresar a la casa de su padre para pedir misericordia.
En nuestro
caso actual, nosotros no hemos llegado a la condición de querer alimentarnos
físicamente de lo que los cerdos lo hacen, sin embargo, espiritualmente hemos
hecho lo que este hombre, pues incluso siendo hijos de Dios, gracias a la fe
que hemos depositado en Jesucristo, en momentos de nuestra vida hemos querido
salir al mundo para experimentar y alimentarnos de lo que ellos hacen, y de esa
forma hemos estado dispuestos a comer no solo algarrobas, sino las sobras que
el mundo nos entrega, cuando lo que Dios siempre ha querido darnos es su
palabra, como un alimento capaz de satisfacer por completo nuestra necesidad
(Juan 6:32-33,35).
Si al igual
que este hombre has malgastado lo que Dios te ha dado y te encuentras comiendo
con los cerdos recuerda que no has sido creado para eso, sino, para vivir como
hijo de Dios, así que levántate y ¡vuelve corriendo a los brazos de tu Padre! Oración.
«Padre, no
quiero experimentar lo que es vivir lejos de tu presencia, por eso pido tu
ayuda y dirección pues no quiero verme atraído por lo que el mundo me ofrece
sino por lo que tu palabra me enseña. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último
de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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