Cuarto de guerra- Parte 1
“Mas tú,
cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” Mateo
6:6
¿Tienes en
tu casa un cuarto de guerra? Pero no ese cuarto en el que vas y discutes con
alguien más para que el resto de personas no escuche lo que hablas, o en el que
te encierras tú mismo con la excusa de “alejarte de los problemas” para no
tener que enfrentar o empeorar la situación que te molesta; sino, ese cuarto de
guerra en el que pasas tiempos de intimidad con Dios, para postrarte en oración
y vencer, con la ayuda del Espíritu Santo y en el nombre de Jesús, toda batalla
de: orgullo, enemistad, conflictos, desánimo, pereza, soledad, incertidumbre,
dolor, entre otras. Seguramente tendremos uno, pero preguntémonos ¿qué uso le
estamos dando?; ¿cómo estamos peleando nuestras batallas?, ¿bajo nuestras
fuerzas, pensamientos, emociones, voluntad, capacidades?, o ¿bajo la presencia
de Dios?
Si le
preguntáramos a alguien como Moisés, sin duda alguna nos diría que las batallas
las ganamos, no solos, sino bajo la presencia del Señor; pues él mismo pudo
experimentar en una de ellas, cómo, cuando levantaba sus manos el pueblo de
Israel prevalecía, pero las bajaba, y prevalecía el pueblo contrario (Éxodo
17:11), esto mismo es lo que pasa en nuestras vidas, cuando enfrentamos esas
batallas solos, perdemos, y ¿qué perdemos? Paz, amor, gozo, paciencia, bondad,
mansedumbre, templanza, y llamamos pérdida al hecho de que dejamos de
experimentar este fruto tan precioso que produce el Espíritu Santo en nuestras
vidas cuando no le damos Su lugar; pero sucede que cuando enfrentamos, con la
ayuda de Dios, estas batallas, vencemos, vencemos todo orgullo, enemistad,
pleitos, celos, iras, envidias y cosas semejantes a estas.
Así que la
pregunta es ¿de qué forma seguiremos enfrentando de ahora en adelante nuestras
batallas? Hoy Dios nos dice que toda batalla la ganamos, pero de la mano de
quien ya ha vencido, Jesucristo (1 Corintios 15:57) Padre, quiero utilizar ese cuarto de guerra
para pelear mis batallas, pero no solo, sino de tu mano; pues entiendo que
venzo, cuando estoy contigo. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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