Salmos 7:10-13
Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto.
Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo. Si el
malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco; ya ha
preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.
Muchas veces leemos pasajes como estos y nos emocionamos.
¡Perfecto! Dios está a cargo. Él tiene el control y yo voy a dejar que Él se
encargue de todo. De Él es el juicio. En Él tengo mi esperanza. En Él tengo mi
escudo. Pero pasa el tiempo y comienzas a dudar nuevamente. Recibes alguna
noticia o simplemente pasa algo que pareciera te regresa al punto de partida.
Nuevamente comienzas a dudar sobre lo que está pasando e incluso cuestionas si
realmente Dios castiga al malvado. ¿Ya te identificaste? La realidad es que
Satanás no quiere que te acerques a Dios y mucho menos que crezcas
espiritualmente. La biblia nos explica en Efesios 6 que tenemos una lucha
contra fuerzas malignas. En otras palabras: Satanás y sus demonios. Ellos buscan
constantemente estorbar en tu relación con Dios. Sutilmente se meten en tu vida
y tus pensamientos. “No merece que lo perdones”. “Tú mereces más que eso”.
“Para este momento deberías estar en una mejor situación”. “Tú has sido bueno,
merece un castigo”. Y así pasan los pensamientos por tu cabeza. Pensamientos
que no agradan a Dios y van en contra de su voluntad puesto que, Él, siendo
Dios se hizo hombre sin merecerlo. Sufrió sin merecerlo. Te perdonó sin
merecerlo. Te amó sin merecerlo. ¿Lo puedes entender? Ahora puedes darte cuenta
que esos pensamientos y sentimientos no provienen de Él y, por lo tanto, debes
desecharlos. No. No regresaste al punto de partida. Ese es un engaño. La
realidad es que ya has avanzado y simplemente hay altibajos en tu camino. No pares.
Persevera y recuerda constantemente que Jehová es tu escudo. Acude a Él. Pide
consuelo a Él. Pide paz a Él. Es normal que tengas tropiezos y dudas. Cuando
esto pase, recuerda este pasaje. Dios es escudo de los justos y saetas para los
injustos. Si has decidido por Él, vas por buen camino. Sigue así. No desmayes
ni titubees.
Oración
Padre: en verdad agradezco tu palabra y la misericordia que
tienes conmigo al permitirme conocerte y poner mi esperanza en Ti. Gracias por
darme dirección. Gracias por abrir caminos. Te pido pongas perdón y amor en mi
corazón para con mi prójimo sin importar que lo merezcan o no. Yo quiero
obedecerte y sé que esto te agrada. Transforma mi mente y mis pensamientos para
que estén siempre alineados a tu palabra. Te lo pido en Cristo Jesús. Amén
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