Las bendiciones del crecimiento
Para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro
Salvador.
Tito 2:10
Como los cristianos ya tenemos derecho al cielo y
alcanzaremos un día la perfección en la presencia de Dios, ¿por qué es
necesario el desarrollo espiritual? Hay varias razones.
En primer lugar, glorifica a Dios.
En segundo lugar, prueba la salvación. El cambio externo
muestra un cambio interno del corazón.
En tercer lugar, es un buen testimonio. El crecimiento
espiritual muestra la verdad de Dios para que otros la vean.
En cuarto lugar, da seguridad. Cuando progresamos
espiritualmente, vemos a Dios obrando en nuestra vida, y eso contribuye a
nuestra confianza en nuestra salvación (2 P. 1:10).
En quinto lugar, nos libra de tristeza innecesaria. La falta
de crecimiento hacia la santidad resulta solo en dolor y tristeza.
En sexto lugar, protege de reproche la causa de Cristo.
Y por último, nos hace útiles para servir en la iglesia.
Así que siga creciendo y sea una bendición para quienes usted
conozca. ¿Es posible la perfección?
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos.
1 Juan 1:8
La falsa doctrina del perfeccionismo enseña que hay algún
momento después de la conversión cuando se erradica la naturaleza pecaminosa
del creyente. Pero según el versículo de hoy, y sobre todo en el enfoque del
apóstol Pablo al tema de Filipenses 3:12-16, la perfección en esta vida es solo
una meta, no una realización. Debemos buscarla, pero nunca la alcanzaremos en
la tierra.
Pablo rechazó el perfeccionismo al llamarnos a que busquemos
el premio que solo se puede obtener plenamente en el cielo. Confesó que él mismo
no había alcanzado la perfección, ¡y escribió a los filipenses casi treinta
años después de su conversión! Tal vez fuera el cristiano más consagrado que
haya vivido. Si después de treinta años no era perfecto, sin duda ninguno de
nosotros puede decir que lo sea. Ahora bien,
que quiere decir ¿qué debo practicar el pecado? NO. Porque la Biblia dice que
los que practica el pecado son del diablo. 1 Juan 3:8 El que practica el PECADO
es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el
Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Quiere decir que cuando un
Hijo de Dios viene a Su presencia reconoce que en algún momento del día a echo
algo que ha entristecido al Espíritu Santo
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