Hechos 9:13-14
Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca
de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí
tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que
invocan tu nombre.
Podemos ver a un Ananías muy humano, muy real comenzando a
dudar sobre lo que Dios le está pidiendo. De hecho, no debemos ser muy críticos
con él puesto que le estaban pidiendo que fuera frente al enemigo y lo ayudara
esperando que no le haría ningún daño. Cuando conocemos el final de la
historia, los eventos pierden un poco de valor. Pero si analizamos bien cada
hecho sin pensar en lo que ya conocemos, nos ayuda a darle la dimensión correcta
y a aprender sobre lo que nosotros debemos o no hacer.
¿Cuántas veces te has encontrado con ganas de seguir a Dios,
ser transformado, hacer las cosas diferentes y empezar de nuevo? Espero que
muchas. Conforme expresas tu deseo a Dios, Él dice: muy bien, pongamos a prueba
ese corazón, y las pruebas en tu vida comienzan. De repente te encuentras en
situaciones que no esperabas, con problemas que no tenías y pareciera que
estabas mejor antes. No eres el único que lo ha pensado, los judíos cuando se
encontraron en el desierto se quejaron contra Moisés pues pensaban que era
mejor ser aplastados por los egipcios que vivir en el desierto. El punto es que
Dios examina nuestros corazones y esto se da a través de las pruebas. Es
necesario “sacar” lo peor de nosotros para que Dios pueda comenzar a
moldearnos. Jehová quería seguir moldeando el corazón de Ananías y le pide dar
un paso más en su “entrenamiento” de fe al decirle que vaya y se encuentre con
aquél que aprehende a los cristianos y permite que sean lapidados o colgados.
He oído cosas terribles de Saulo mi Dios… En otras palabras,
le está preguntando a Dios si está seguro de lo que está diciendo. ¿Saulo?
¿Seguro? ¿Saulo de Tarso? Y nosotros preguntamos igual: ¿Señor a mí? ¿Perdonar,
a esa persona? ¿Ayudar después de lo que me hicieron? ¿Pedir perdón?
¿Arrepentirme? Señor ¿no te has dado cuenta de todo lo que pasó? Le hablamos a
Dios pensando que es como nosotros. ¡Por supuesto que sabe todo lo que ha
pasado y lo que te está pidiendo! Pero nos encanta poner pretextos y tener una excusa
para echarnos para atrás pensando que estábamos mejor antes. ¿Puedes darte
cuenta de estas reacciones en ti? ¿Puedes recordar cómo le has cuestionado a
Dios sus planes porque parecen imposibles? Señor, le dice Ananías, Saulo tiene
incluso poder en esta zona de aprehenderme. ¿Qué respuesta podemos esperar de
Dios? Perdona Ananías se me olvidaba quién era Saulo de Tarso. ¡Por supuesto
que no! Más bien, esperamos un: lo sé, Saulo ha hecho cosas terribles, bástate
mi gracia pues mi poder se perfecciona en tu debilidad y tengo planes
específicos para ti…
Oración
Señor: no dejo de sorprenderme con tu palabra y la
perfección que hay en ella. Entiendo hoy que mis pruebas son necesarias y que
moldean mi carácter. Te pido que pueda confiar en Ti, depender de Ti y caminar
en Ti pues tengo frente a mí a “Saulo” quien no me deja dormir tranquilo
pensando en todo lo que pudiera pasar. Te pido por tu paz y gozo en el nombre
de Jesús. Amén
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