Hebreos 8:1-2
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es
que tenemos tal sumo sacerdote, aquel que se sentó a la derecha del trono de la
Majestad en el cielo, el que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero
tabernáculo levantado por el Señor y no por ningún ser humano.
Por un lado, estamos nosotros tratando de sobrevivir. Por el
otro, está Dios buscándonos todos los días para que nos reconciliemos con Él.
Por un lado estamos buscando sentido a nuestra vida. Por el otro está Dios con
sus manos abiertas esperando a que lo veamos y abramos nuestros brazos para
recibirlas. Por un lado estamos aferrados a lo que tenemos. Por el otro, no
tenemos idea de cuánto nos estamos perdiendo por no voltear al Señor. Por un
lado nos sorprendemos de los templos u otro tipo de arquitectura mientras que
por el otro no podemos comprender lo que significa leer que hay un tabernáculo
levantado por el Señor y por ningún ser humano.
Hay una línea que divide lo espiritual de lo carnal. Es
importante encontrarla. Es importante respetarla y aprender a mantenernos del
lado correcto en todo lo que hacemos. No podemos traspasarla para algunas cosas
y al mismo tiempo permanecer en la espiritual. O se está de un lado o se está
del otro.
¿Por qué escribo esto y qué tiene que ver con el pasaje de
hoy? Al leer los versículos me doy cuenta de lo poco que entendemos a Dios y lo
mucho que lo limitamos. Confiamos más en lo que podemos oír y tocar en lugar de
la palabra de Aquél que es alabado en el cielo. Tenemos a un sacerdote que intercede
por nosotros y está sentado a la diestra de Dios. ¡Nos ama! Quiere llenarnos de
bendiciones. Sin embargo nosotros no le entregamos nuestra vida. ¿Por qué? ¿Por
qué cuesta tanto trabajo dejar atrás todo y perseguir una vida entregada al
Señor? Sé que no soy el único que se ha cuestionado esto. Espero tú también te
lo hayas preguntado pues es señal de nuestro deseo de seguirle y romper con
tantas cosas que estorban en nuestra comunión con Él. El pasaje nos dice que
Cristo está a la derecha del Padre (Majestad). Nos dice que habita en donde
ningún ser humano ha construido. ¿No te parece increíble? ¿Qué más podemos
pedir? Cristo murió por nosotros. Resucitó para estar con el Padre e interceder
por nosotros. Quiere ser nuestro sacerdote. No necesitamos realizar ningún
sacrificio. Él ya hizo todo. Insisto. ¿Qué más podemos pedir? Sin embargo nos
cuesta trabajo morir a nosotros y tomar su cruz. Nos cuesta trabajo compartir
de Él en el trabajo o con nuestros vecinos. Nos cuesta trabajo creer que pueda
hacer algún milagro en nuestra vida. No tiene sentido. Si realmente creemos en
la biblia no podemos seguir así. Si realmente somos seguidores de Él, nuestra
vida, nuestras acciones, deben de confirmar esa creencia y convicción. De lo
contrario nos estamos engañando. Estamos en un juego de apariencias donde
tristemente nosotros somos los únicos perjudicados. Piénsalo. ¿En dónde estás
parado?
Oración
Señor y Padre mío: alabado seas. Has hecho todo por mí y yo
no merezco tanto. Te pido perdón por mis pecados. Te pido perdón por ignorarte
y no dejarte reinar en mi vida. Quiero tomar tu cruz y seguirte. Quiero dejar
atrás todo lo que estorba en mi comunión contigo. Quiero mirar a la meta que es
a tu lado y caminar confiado en que Tú alumbras mis pasos. Gracias mi Señor. Gracias
por tanto que me das. En Cristo Jesús. Amén.
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