Tibios
“Yo conozco
tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero
por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú
dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y
no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por
tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas
rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de
tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo
a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” Apocalipsis 3:15-19.
Esta dura
exhortación está dirigida a los cristianos, a los miembros de una iglesia que
no se han arrepentido de muchas cosas y que viven una vida espiritual mediocre,
relajada, sin fruto o con un fruto mediocre, pues pudiendo dar mucho más, no
producen frutos en el conocimiento de Cristo y con consecuencia en su
comportamiento, es decir, no demuestran su fe con obras de justicia, por eso le
llama “miserable” que se aplica a una persona extremadamente tacaño o avaro.
Alguien que teniendo mucho no es generoso, que está atravesando realmente la
mayor tragedia espiritual de su vida, pues vive en desventura, en vez de vivir
en el estado natural de todo cristiano: en la gracia de Dios.
También se
le dice pobre, porque aquellas riquezas materiales que posee no lo son y
disminuyen la verdadera riqueza del cristiano: su fe. Cuando dice “Yo soy rico,
y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”, también denota un
orgullo, puesto en su propia fuerza y por tanto ya no depende de Dios que es lo
más grave. Ciego, porque no puede mirar claramente su condición o porque su
mirada está distraídamente fijada en las cosas del mundo, de la carne y no en las
cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, y desnudo
porque su condición real es de vergüenza, no anda con sus nuevas vestiduras,
sino que está desprotegido.
Es un
panorama crítico, pero incluso aquí, en este estado, el Señor da la solución.
Antes de mirar qué solución da el Señor a esta condición en el devocional de
mañana, miremos antes los síntomas que nos evidencian que estamos en un estado
de tibieza espiritual y podamos tener el diagnóstico:
No ve
necesario congregarse y deja de hacerlo. Pudiendo ir o asistir a su iglesia
local, prefiere conectarse siempre por internet. No se vincula a un ministerio,
donde el creyente puede permanentemente estar siendo edificado en la fe. No
tiene amistad con otros hermanos, así que no conecta con otros creyentes porque
los juzga en vez de buscar una edificación mutua.
No evidencia
su fe con acciones justas, y por lo tanto no refleja el ejemplo que enseña en
la Palabra de Dios : “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12).
Las vestiduras blancas representan las acciones justas de los Santos: “Y a ella
se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque
el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:8).
Sufre de
autosuficiencia, por no tomar la guía del Espíritu, pues sólo por el Espíritu
podemos ver nuestro estado verdadero.
El señor nos
llama a arrepentirnos, a salir de este estado de tibieza y empecemos a usar la
verdadera riqueza espiritual que ya tenemos en Cristo Jesús, veremos entonces
en el próximo devocional cuál es la solución que nuestro Señor Jesús nos da. Oración.
«Señor,
quiero conectarme contigo y con la iglesia, pues es el medio de bendición y
edificación mutua que tú has provisto para enseñarme y formar en mí tu
carácter, que el Santo Espíritu de Dios me guíe a vivir haciendo la voluntad
del Padre, tal como tú lo hiciste cuando viniste en carne a morir por mis
pecados y a resucitar para darme vida eterna, amén.
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