Más que
bendecidos. Parte 3
“En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida, para alabanza de su gloria”, Efesios 1:13-14
n esta
porción del texto que encontramos en el libro de los Efesios, el apóstol Pablo
después de enseñar de forma magistral sobre la obra de Dios Padre y la obra de
Dios Hijo, nos habla acerca de la obra de Dios Espíritu Santo.
Como
habíamos visto en devocionales previos, Dios Padre diseñó el plan de nuestra
salvación, escogiéndonos como sus hijos y dándonos un futuro lleno de
esperanza; Dios Hijo realizó este plan de salvación muriendo en una cruz por
nosotros y como veremos hoy es Dios Espíritu Santo quien sella esta promesa
diseñada por el Padre y realizada por el Hijo, la lleva a cabo en nuestra vida
y Él mismo es la garantía de nuestra herencia aquí en la tierra y luego en la
eternidad.
El Espíritu
Santo siempre ha estado presente, la Biblia nos habla claramente de Dios como
tres personas distintas pero un solo Dios verdadero: El Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. En el antiguo testamento el Espíritu Santo era quien facultaba
a los profetas con entendimiento para guiar al pueblo escogido, sin embargo,
aún no estaba derramado. El libro de Joel advertía que era una promesa que
debería cumplirse en el tiempo señalado: “Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne” (Joel 2: 28a), promesa que solo se hizo posible
después de la muerte, resurrección y ascensión de Dios Hijo y que se relata en
Hechos 2: 4a “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo” Promesa de la cual
todos los creyentes en Cristo somos hechos partícipes. El Espíritu Santo nos
sella como señal de autenticidad (para que nosotros y todos los demás sepan que
somos hijos de Dios), de pertenencia a Dios y protección contra el enemigo.
El sello del
Espíritu Santo solo es posible por medio de la fe en Jesucristo “habiendo oído
la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación y habiendo creído en
él” y significa que vive en nosotros (dentro de nuestro corazón), siendo al
mismo tiempo la garantía que todas las promesas de Dios nos serán entregadas y
todo esto para “alabanza de la gloria de su gracia” (Efesios 1: 6a). El
Espíritu Santo es quien hace posible en nosotros que vivamos una vida en
santidad y que podamos heredar todas las bendiciones de Dios. Oración.
«Gracias
Espíritu Santo por vivir en mí, tú eres mi garantía de que le pertenezco a Dios
y de que recibiré todas sus promesas. Amén.
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