No hay condenación
“Me mostró
al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás
estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te
reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es
éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras
viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban
delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira
que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después
dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su
cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie”. Zacarías
3:1-5.
En esta
visión que Dios le revela al profeta Zacarias, muestra al sacerdote Josué, que
está con vestiduras viles, es decir ha caído en algún pecado o desobediencia.
Muestra a Satanás acusándole ante Dios y al “ángel de Jehová”, que es nuestro
Señor y salvador Jesucristo, pues la escritura revela que Él es nuestro abogado
(1 Juan 2:1).
Además, nos
ilustra este proceso de cómo Jesús, ante las acusaciones de Satanás, defiende
al sacerdote Josué, lo perdona y lo viste de vestiduras blancas, pero también
lo amonesta a permanecer en obediencia. Este hecho no lo podría mandar u
ordenar un ángel, sino el mismo Dios, así que es una referencia clara al Señor
Jesucristo y a su preexistencia (Juan 1:1-3).
La mitra
sobre su cabeza representa la restauración de Dios, simboliza la purificación y
la renovación de Josué, el sumo sacerdote, frente a las acusaciones de Satanás;
pues las acusaciones de Satanás habían causado culpa y dolor porque Josué las
había creído, y necesitaba que Dios le recordara su amor, su perdón y su
gracia, por esto el Señor le dice a Satanás “¿No es éste un tizón arrebatado
del incendio?”, es decir, ya es un hijo de Dios, salvado por gracia mediante la
fe (Efesios 2:8-9), entonces queda sin fundamento la condenación de Satanás y
lo que hace el Señor es limpiarlo y restaurarlo.
Esto lo
podemos tomar para nosotros, para ir a la presencia de Dios sea cual sea la
situación en la que estemos, y llevando toda ansiedad, dolor, pecado y toda
condenación, y pedir al Señor que nos limpie, pues él es nuestro abogado; esto
nos lo confirma la Palabra para que sea determinante en nosotros y se vaya toda
condenación: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros” (Romanos 8:34). Si Él intercede por nosotros, no hay
condenación y luego de pasar por un conflicto con el pecado o la naturaleza
pecaminosa no debemos tardar en ir hacia Cristo, no debemos quedarnos faltando
a su amor, no debemos ocultar el pecado ni convivir con él, sino como
contundentemente lo dice la escritura: “Acerquémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro” (hebreos 4:16). Oración.
«Señor
Jesús, no solamente eres mi salvador, sino que también eres mi abogado, me
perdonas, me limpias, pero me das también tu amor para ser renovado y no
quedarme en la condenación, pues en este estado no puedo dar fruto. Ayúdame a
permanecer en ti y a
llevar mucho fruto, viviendo en el Espíritu para hacer la voluntad
del Padre. Amén.
“Me mostró
al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás
estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te
reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es
éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras
viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban
delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira
que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después
dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su
cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie”. Zacarías
3:1-5.
En esta
visión que Dios le revela al profeta Zacarias, muestra al sacerdote Josué, que
está con vestiduras viles, es decir ha caído en algún pecado o desobediencia.
Muestra a Satanás acusándole ante Dios y al “ángel de Jehová”, que es nuestro
Señor y salvador Jesucristo, pues la escritura revela que Él es nuestro abogado
(1 Juan 2:1).
Además, nos
ilustra este proceso de cómo Jesús, ante las acusaciones de Satanás, defiende
al sacerdote Josué, lo perdona y lo viste de vestiduras blancas, pero también
lo amonesta a permanecer en obediencia. Este hecho no lo podría mandar u
ordenar un ángel, sino el mismo Dios, así que es una referencia clara al Señor
Jesucristo y a su preexistencia (Juan 1:1-3).
La mitra
sobre su cabeza representa la restauración de Dios, simboliza la purificación y
la renovación de Josué, el sumo sacerdote, frente a las acusaciones de Satanás;
pues las acusaciones de Satanás habían causado culpa y dolor porque Josué las
había creído, y necesitaba que Dios le recordara su amor, su perdón y su
gracia, por esto el Señor le dice a Satanás “¿No es éste un tizón arrebatado
del incendio?”, es decir, ya es un hijo de Dios, salvado por gracia mediante la
fe (Efesios 2:8-9), entonces queda sin fundamento la condenación de Satanás y
lo que hace el Señor es limpiarlo y restaurarlo.
Esto lo
podemos tomar para nosotros, para ir a la presencia de Dios sea cual sea la
situación en la que estemos, y llevando toda ansiedad, dolor, pecado y toda
condenación, y pedir al Señor que nos limpie, pues él es nuestro abogado; esto
nos lo confirma la Palabra para que sea determinante en nosotros y se vaya toda
condenación: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros” (Romanos 8:34). Si Él intercede por nosotros, no hay
condenación y luego de pasar por un conflicto con el pecado o la naturaleza
pecaminosa no debemos tardar en ir hacia Cristo, no debemos quedarnos faltando
a su amor, no debemos ocultar el pecado ni convivir con él, sino como
contundentemente lo dice la escritura: “Acerquémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro” (hebreos 4:16). Oración.
«Señor
Jesús, no solamente eres mi salvador, sino que también eres mi abogado, me
perdonas, me limpias, pero me das también tu amor para ser renovado y no
quedarme en la condenación, pues en este estado no puedo dar fruto. Ayúdame a
permanecer en ti y a
llevar mucho fruto, viviendo en el Espíritu para hacer la voluntad
del Padre. Amén.
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