Llamados a
un propósito
“Mi embrión
vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron
luego formadas, sin faltar una de ellas”, Salmo 139: 16
“Y sabemos
que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados”, Romanos 8:28
No fuimos
hechos de cualquier manera ni para cualquier cosa. Todos estos años de nuestra
vida, desde el momento mismo de la concepción, Dios ha tenido cuidado de
nosotros, nos dio un cuerpo físico maravilloso capaz de sobrevivir al milagro
de una gestación y un parto por medio del cual percibimos el mundo exterior,
nos regaló un temperamento y una personalidad singular, ha venido formando
nuestro carácter con el fin de pulirnos y prepararnos para la eternidad y por
si fuera poco nos ha dotado de talentos y habilidades que nos hacen seres
únicos e inigualables. El propósito sin duda es que con todo lo recibido
podamos glorificar a Dios como él quiere que lo hagamos, como está escrito
“Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y
los hice” (Isaías 43: 7)
Al mirar
nuestra vida, muchos podríamos preguntarnos cómo es posible que glorifiquemos
al Dios Creador del universo con nuestra manera de vivir, si muchos no somos
exactamente un dechado de virtudes. Sin embargo, la Biblia nos enseña que cada
hombre y mujer que Dios utilizó tenía los mismos o mayores defectos que la
mayoría de nosotros. Al respecto el apóstol Pablo escribe: “Pues mirad,
hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos
poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a
lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es,
para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” 1
Corintios 1:26 -29.
De esta
manera es como Dios mismo, por medio de su gracia suple nuestras debilidades
humanas y nos convierte de simples mortales en grandes hombres de Dios; la
clave para que esto suceda es disponer nuestro corazón, atender a su llamado y
decidir amar a Dios por medio de Cristo. Sin duda Él utilizará todo lo que
hemos vivido para bien de nosotros y gloria de Su Nombre. Oración.
«Padre de la
gloria gracias por formarme con esmero y excelencia, gracias por que he sido
llamado a ser tu hijo y por darme un propósito eterno en Cristo Jesús. Tu
gracia suple mis debilidades. Amén.
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