Resurrección,
el hecho crucial. Parte 2
“Y si Cristo
no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.”
1 Corintios 15:14
El cuerpo
resucitado de Jesús tenía características nuevas:
Podía
aparecer y desaparecer a voluntad (Lucas 24:31, 36, 37, 51; Juan 20:19,26).
Ascendió al
cielo en su cuerpo físico (Hechos 1:6-11).
Podía comer:
el siguiente pasaje lo deja muy claro: “Mientras ellos aún hablaban de estas
cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces,
espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por
qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis
manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene
carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos
y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban
maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de
un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.”
(Lucas 24:36-43), no es menor este hecho, significa que es un cuerpo, pero un
cuerpo glorioso que disfruta de la comida, sin realmente requerirla para
sustento físico.
Conclusión
Todas estas
evidencias y aclaraciones deben llevar nuestra fe a otro nivel, pues nuestra fe
no es fe ciega, es fe consciente, fundamentada en la Palabra de Dios; es decir
descansamos y confiamos plenamente en Cristo no como un simple ejercicio
intelectual, sino como algo que es revelado por Dios, por su Santo Espíritu,
pero nuestro intelecto nos permite argumentar a otros que no dejamos a un lado
la razón, que nuestra fe es una fe razonable y que creemos en algo real, no en
un mito o historia ficticia.
La
resurrección es un hecho crucial, como dice el pasaje de hoy “Y si Cristo no
resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” (1
Corintios 15:14), predicamos a un Dios vivo, a un Cristo vivo en nosotros, en
cada creyente, no como un simple anhelo sino como una verdad que nos motiva a
crucificar la carne y a permitir que él actúe a través de nosotros para
glorificar al Padre, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan 14:13).
Entonces ya
que la resurrección es la esperanza viva que tenemos en el presente, porque
seremos resucitados tal como Cristo lo fue, estamos llamados a trabajar
arduamente para que otros sean resucitados: “Así que, hermanos míos amados,
estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que
vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58) Oración.
«Padre
amado, gracias por darnos vida nueva en Cristo Jesús, porque mi fe no es vana,
sino real y trascendental para mi vida, pues tengo una esperanza cierta de vida
eterna cuando seré resucitado tal como Cristo, mientras tanto quiero trabajar
arduamente llevando el mensaje de salvación a muchos que no lo conocen. Amén.
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