Seamos UNO
en Cristo
“Porque tres
son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo;
y estos tres son uno.”, 1Juan 5:7
“para que
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”, Juan 17:21
“Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo.”, Efesios 4:30-32
Hemos
aprendido a través de los anteriores devocionales acerca de la relación de
amor, reciprocidad, complacencia y confianza entre el Padre, Hijo y Espíritu
Santo; de esa misma manera nosotros podemos y debemos manifestarlo en nuestra
relación con nuestros hermanos, a través de ser llenos del amor del Padre, de
la gracia del Hijo y de la comunión del Espíritu Santo (2 Corintios 13:14).
Por esto el
Señor Jesús hizo una gran oración en Juan 17 y, ¿que pedía al Padre en esencia?
¡¡¡que fuésemos uno, así como Él con el Padre y con el Espíritu son UNO. (Juan
17:21) “. Esto también lo vemos en Juan 10:30 donde el Señor dice: “Yo y el
Padre uno somos.”
UNO es lo
contrario a la división, al egoísmo, al individualismo extremo, pero para tener
una relación de comunión con mis hermanos siendo un ser individual, solo se
puede hacer por medio del Espíritu Santo; no es un esfuerzo de la voluntad
tener comunión, sino que viene como un don (un regalo) del Espíritu Santo que
se manifiesta en nuestra nueva vida en Cristo (la comunión del Espíritu).
Entonces se nutre de una relación diaria y consciente con Dios, pero muchas
veces contristamos al Espíritu, no lo escuchamos; como consecuencia hacemos lo
contrario al carácter de Cristo, pero estamos llamados a quitar de nosotros
todo aquello que afecte la comunión, como nos dice el versículo de hoy en
Efesios 4:30-32.
Aquellas
cosas que dañan nuestras relaciones, interrumpiendo la comunión son temas del
carácter, de un mal carácter que ya no tiene razón de ser en nosotros y que
debe morir por el Espíritu para que emerja el verdadero carácter del Cristiano,
por esto nuestra vista debe estar de continuo en aquel que sí tiene el carácter
perfecto: Cristo. Por esta razón dice la escritura: “Pero ahora dejad también
vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras
deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos
despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual
conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno,” (Colosenses 3:8-10), observemos que quitarse el viejo vestido implica
renunciar a cosas que no reflejan lo que somos y colocarnos otras que si bien
son de Cristo, él ya nos las dio a nosotros, las tenemos, es nuestra
responsabilidad apropiarnos de esta verdad y pedirle al Espíritu que la
desarrolle en nosotros. Oración.
«Padre, que
mi carácter sea forjado en una relación de amor contigo, en comunión con mis
hermanos, mostrando al mundo que tú estás en nosotros y nosotros en ti, para
gloria de tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.
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